En el día de hoy me gustaría hablaros del tempo, pero no de un tempo cualquiera. El tempo puede ser considerado en el mundo de la música como la velocidad con que se interpreta una composición musical o en otros contextos, es la velocidad relativa con que sucede la acción en una novela, una obra teatral o cinematográfica.
Como hemos visto, el tempo puede aplicarse a diferentes artes como la música, el cine o el teatro, lo que significa que también podemos encontrarlo en el Real Betis Balompié. Aquí se ve de una manera diferente, pues no tenemos escenarios ni canciones, pero si tenemos un sentimiento y unos jugadores que junto al cuerpo técnico dan ritmo a palmas y cantos que nacen desde el Gol Sur del Benito Villamarín hasta lugares más allá de la palmera.
Sólo cuatro derrotas en lo que llevamos de 2021, números que asombran y nos dice mucho del tempo verdiblanco. El trabajo de Manuel Pellegrini ha sido pieza clave para ello, ha conseguido instaurar en el vestuario la idea de resiliencia, siendo esta la capacidad para adaptarse a las situaciones adversas para acabar consiguiendo resultados positivos. Esta idea de luchar hasta el final y de nunca bajar los brazos nos ha dado más de lo que creemos, pues no sólo queda reflejado en los resultados finales, sino que también se transmite a la afición, cantando aún más fuerte cuando ve a su equipo luchar e intentarlo sin parar.
Como en toda obra de teatro, la obra no funciona sólo con el buen trabajo del director, los actores cuando salen a escena tienen la última palabra. En este caso, pese a las dudas que surgían por Heliópolis tras el fin del mercado de fichajes, nuestros jugadores están mostrando un nivel excelente. Si hablamos de nombre propios, se me ocurren Nabil Fekir y su magia, Guido Rodríguez y su contundencia o incluso Willian José y su hambre de gol. Además, me encantaría destacar como incluso todo este ambiente de trabajo, unidad y compromiso, han logrado que veamos a jugadores como William Carvalho a un nivel que nunca habíamos visto desde que defiende las trece barras.
El hecho de que exista un tempo verdiblanco que marque el ritmo, no quiere decir que sea siempre regular. Es posible que en ocasiones existan tropiezos que rompan con la armonía generada en jornadas atrás, en estos momentos es cuando hay que tener calma y confianza. Sólo con trabajo y el apoyo del beticismo, se conseguirá revertir la solución y recuperar el ritmo para que el tempo siga su curso.
Aun con un 60% de aforo en el Benito Villamarín, la afición ha hecho que jugar en Heliópolis como visitante sea una pesadilla y jugar como local sea recibir constantemente el aliento que muchas veces es tan necesario cuando las piernas comienzan a fallar. El beticismo es consciente del papel fundamental que desempeñan en el plan del ingeniero y por eso desarrolla su labor a la perfección, no parar de animar hasta que el árbitro pite el final.
Ni en la victoria somos los mejores, ni en la derrota los peores. Nunca olviden de dónde venimos, las bases que se están sentado y todo el camino que nos queda por recorrer. Creo que en este caso no estamos en una carrera de velocidad, sino de fondo, de mantener un ritmo, un tempo constante y regular que nos lleve todo lo lejos posible. Todo influye, pues, al fin y al cabo, el adecuado control de los tempos es la variable que dictamina que la solución, no se acabe convirtiendo en el problema.