Podría estar horas escribiendo sobre el bochornoso evento del otro día en el Villamarín, pero no os voy a descubrir nada nuevo. Puedes hacer colaboraciones con tus patrocinadores, por supuesto, pero creo que desde la sala noble se deberían plantar en según qué cosas. No pretendo hacer polémica, porque sabéis de sobra que acepto bastante el proyecto de Haro y Catalán, pero en ninguno de los 14.000.605 futuros que he visto, esto habría pasado con Don Lorenzo a los mandos.
Sobre la invitación a una ronda que hizo Ozemi a todos los desplazados a Budapest, no voy a decir nada negativo. Que no se nos olvide de dónde venimos, sólo así podremos saber dónde vamos. Después de más de una temporada sin poder entrar en los estadios y casi no poder juntarse ni para ver a Su Majestad en casas ni bares, poder viajar por Europa para apoyar al equipo es toda una fiesta. Para nosotros y para cualquier aficionado de cualquier equipo que pueda hacerlo. Esto no va de ser más o menos, de haber ganado más o menos. Va de recuperar poco a poco lo que éramos antes de la pandemia. Si me preguntas, me pareció un gesto cercano y hasta gracioso que si hubiéramos visto en otro barrio nos habría dado envidia por ver ese veneno que tanto hemos reclamado durante las últimas temporadas.
Y llego al grueso del escrito. Nadie me podrá discutir que desde la llegada del Ingeniero, pese a sus momentos de bajón (que los ha habido aunque ya ni nos acordamos), la actitud de los jugadores es bastante buena no sólo en los aspectos tácticos, sino también en los humanos. Ver cómo corren a por todos los balones como si fuera el último, cómo luchan en todas las líneas, cómo celebran los goles cómo si fueran propios, cómo se enfadan cuando fallan un tiro a puerta o una acción defensiva…me pone contento. Porque me representan. Y Pellegrini entiende qué es lo que nos representa y cómo plasmarlo en el terreno de juego. Y este matrimonio lo necesitábamos tanto que ahora mismo no quiero imaginarme qué pasaría si el chileno nos dejara. Puedo poner ejemplos de jugadores que sienten las Trece Barras como cualquiera de nosotros y todos los conocemos, pero hablemos de William Carvalho. Que ha pasado de tener nuestros ojos encima por el último día de mercado a necesitarle en el centro del campo. Porque ahora sí que es ese jugador que siempre supimos que era. Porque juega desatado y concentrado, y sabiendo qué es lo que le pide el míster y sabe hacerlo.
Vale que el resto de disciplinas no han empezado muy bien, pero ahora que podemos ir a los estadios, tenemos que apoyar como no hemos podido hacerlo durante el vacío que hemos pasado. Siempre estaremos con los nuestros y las nuestras. Siempre y cuando se dejen todo nosotros responderemos igual. Siempre cantaremos tú canción y estaremos apiñados como balas de cañón. Porque es lo que queremos.
