Golpecito en el pecho y a seguir. El de Mendizorroza y el Deportivo Alavés no es el primer «bocata» que se lleva la cuadrilla bética para la hora del almuerzo en lo que va de temporada, pero mientras el resultado final sea positivo (y el bocadillo sea de tortilla), un buen trago de agua baja siempre de sopetón cualquier mal empacho antes de volver al trabajo. Llámalo suerte, llámalo acierto o llámalo victoria, pero los 3 puntos conseguidos por el cuadro bético son el fiel reflejo de que el Plan de Manuel Pellegrini y sus pupilos sigue adelante. Adelante con lo bueno, y también con lo malo. Y es que no es ni la primera ni la segunda vez esta temporada (y seguramente tampoco la tercera) que el chileno pone rumbo a casa con los planos llenos de tachones. Al final fue el Ingeniero quien, con dos correcciones de últimas hora –llámense Joaquín Sánchez y Borja Iglesias– consiguió dejar la faena terminada, pero a más de un miembro (y más de dos) de la parroquia verdiblanca le costó un atragantón.
La fiambrera de los obreros del Real Betis tenía un buen bocata. Las vueltas al trabajo tras los parones internacionales le sientan muy bien a la cuadrilla bética en resultados, pero regular en sensaciones. La jornada laboral del conjunto de las trece barras fue de más a muchísimo menos, y es que los pupilos de Manuel Pellegrini, por momentos, perdieron la capacidad de persistencia que tanto y tan bien habían mostrado a sus seguidores. El Real Betis había demostrado ser un equipo con la suficiente entereza para, cuando no le salían las cosas y el gol se les resistía, seguir intentándolo. Una y otra vez. Sin embargo, ante el equipo de Javi Calleja, encadenó un tramo de buenos minutos en los que (como casi siempre) mereció adelantarse en el marcador, pero el balón no entró y se cansó. Los obreros del Ingeniero no se rindieron, había que entregar el trabajo a tiempo y sabían que las condiciones eran las ideales para hacerlo, pero su interés por lograrlo dejó mucho que desear.
Lo bueno es que el bocata era de tortilla. A veces lo más «típico y vulgar» (con comillas muy grandes) es lo que más energía da, y es que más de uno podría empezar a denominar como típico que Borja Iglesias saque las castañas del fuego al Real Betis en los últimos minutos de partido, sobre todo cuando en frente está el Deportivo Alavés. Como le ocurrió a prácticamente todos los integrantes del cuadro bético, el partido no fue fácil para el Panda. Por mucho que la tortilla sea casera, si no lleva algo de salsa, cuesta tragarla. Sin embargo, si el bocata está bueno, da igual que fuera difícil de comer. La victoria, al ser victoria, se repetiría igual. La cuadrilla de Manuel Pellegrini no necesitaba extasiar su paladar con un manjar para rendir en el trabajo, sino que necesitaba, simple y llanamente, recargar energías para poder llegar con vida a las últimas horas del turno en su jornada laboral. Contra el cuadro babazorro, con poco, basta. Pero, ¿bastará con todos?