Hay una leyenda…
Cuentan que con el tiempo, la mayoría de los exiliados españoles en latinoamérica; perdieron las falanges distal y media en el dedo indice derecho. Por las calles, en los cafés o en las oficinas era fácil identificarlos. Eran los únicos que tenían medio dedo indice en funcionamiento y la otra mitad simplemente había desaparecido. Sus manos quedaron reducidas y deformadas, tras el constante golpeteo feroz del dedo en la mesa a la voz de “este año cae Franco”.
Claro… Ninguno de ellos contaba con que el dictador duraría más de tres décadas no solo vivo, pero al frente del país, con lo cual su ansiado y esperado regreso cada año se postergaba. “Será el que viene” decían con cierto consuelo. La vida seguía.
“¡Este año cae Franco!” se escuchaba en cada cena que recibía un año más. Esa máxima iba acompañada del señalamiento cargado de énfasis del dedo que taladraba la mesa para dejar asentado con intensa seguridad, el deseo de ver al gallego en una situación similar a la de Benito o Adolfo. Y como no hay plazo que no se cumpla, un día cayó y calló. Algunos regresaron, pero la gran mayoría se quedaron donde estaban. Tenían la vida echada y resuelta por otros pagos.
Con el paso de los años, los béticos hemos ido perdiendo esa falange distal y falange media en el indice derecho: “este sí que es nuestro año”; “este año ganaremos la Copa del Rey”, “este eurobetis tiene pinta de grandes cosas”.
Se dice y se asevera con fidelidad casi ciega. Se reafirma como un decreto del que deposita su fe sin cuestionamientos. El poder del deseo, que tiene una energía capaz de mover montañas, ayuda a saciar esa ansiedad casi sagrada, en una religión tan cegadora como apasionante definida por la comunión de lo que pasa en la cancha con esos portadores de 13 barras, y el aliento atragantado de rabia y sed que existe en el graderío.
Como aquellos viejos exiliados, nos vamos quedando en silencio expectante y con el dedo dolido por las constantes reafirmaciones. Nos queda de nuevo el “será el año que viene” y como con ellos, la vida sigue.
Es cierto que hay estrategias, jugadores y planteamientos. Que hay un director deportivo, un entrenador estratega, un capitán, 11 jugadores. Pero en esto también hay suerte y creo en la mística de la circunstancia, que en algunas ocasiones me ha hecho creer que pesa sobre nosotros algún tipo de maldición. A veces estoy convencido de ello, pero de nuevo, no hay plazo que no se cumpla.
Vimos recientemente a Guardado festejando con una camiseta del Atlas de Guadalajara (donde jugadores como Rafa Marques o el mismo Andrés crecieron), el segundo titulo de su historia y el primero conseguido tras setenta años de sequía. Setenta años. Ellos quizá perdieron el indice, el medio, y el anular ya.
Mi punto y en resumen…por todo lo que está sucediendo, el golpeteo bélico en la mesa está resonando. Hay eco en las casas, en los bares y en las tertulias de futbol. Este Betis tiene una pinta que hace mucho tiempo que no veíamos. Lo estamos gozando y nos está ilusionando de más.
No tengo idea si será como en otros años y el desgaste del dedo irá reduciéndonos las falanges a nada, pero la inyección de sueños que nos están suministrando en las venas no solo es innegable pero además embriagantes.
Sin temor entonces, hoy, golpeando con mi dedo indice en la mesa con clamor acalorado y con seguridad les digo amigos míos: “este será un Betis histórico”. Quizá no “campeone” -si me permiten inventarme y conjugar un verbo que no existe, pero que implica acciones- pero nos pondrá en otras situaciones que quizá construya los cimientos para entonces levantar las torres que nos coronen.
