A mí personalmente este formato de Copa jugándose a partido único con rivales de categorías inferiores me parece muy atractivo y sobre todo muy emocionante para el espectador. Te mantiene enganchado y por lo menos en mi caso, me hace seguir todas las eliminatorias con interés y hasta ver el sorteo, cosa a la que nunca había prestado mucha atención.
Dejaré a un lado el que ciertos equipos entren más tarde a jugarla y con la “mitad del trabajo” hecho. Siempre hubo clases y clases. Pero sin duda, el que quiera ganar la copa, debe sudarla. Con campos de césped artificial, prórrogas interminables, campos diminutos donde el público aprieta hasta el final para que su equipo se “cargue” al grande de turno. Fútbol en estado puro. Del que nos hace recordar aquellos balones Mikasa y los campos de albero y barro. Fútbol del que ya cada vez queda menos.
Pero volvamos al Betis, que es lo que nos interesa. La Copa del Rey históricamente ha sido un título con el que siempre hemos tenido un vínculo y una relación muy especial desde aquella inolvidable tanda de penaltis del 77 con Esnaola como héroe en el Vicente Calderón, un estadio que se convirtió en nuestro talismán al conseguir también en él nuestra segunda copa frente a Osasuna con gol de Dani.
La final del 97 fue otro momento grabado en la memoria de todos los béticos tras un auténtico partidazo contra el Barcelona de Figo y compañía. Un partido que tuvo de todo, desde la polémica con Serra Ferrer en nuestro banquillo estando ya firmado con el equipo rival, el gol de nuestro mago de las botas blancas con la cara… en fin, para que seguir. En esa ocasión no pudo ser.
Y por repasar un poco las actuaciones más recientes del equipo en este torneo, la más destacable fue la de 2019, en la que estuvimos muy cerca de colarnos en la final, pero nosotros solos nos complicamos el partido de idea contra el Valencia y en la vuelta fuimos incapaces de imponernos.
Y nos vemos en este año 2022, pandemia incluida, de nuevo con la ilusión de un niño con zapatos nuevos, porque este Betis está vivo en las 3 competiciones que disputa y porque las sensaciones que transmite no pueden ser mejores después de eliminar al eterno rival (a esto dedicaremos otro artículo próximamente) en los octavos de final.
Desde luego no nos ha tocado el rival más fácil, porque la Real Sociedad a partido único en su estadio no es una perita en dulce que digamos. Pero en esta copa que rival es fácil? O alguien no se acuerda de cómo nos tocó sufrir en Talavera en la segunda ronda? Para ganar la copa hay que ir sin complejos contra cualquier rival, y si algo tenemos claro esta año, es que el Betis lo hará. Luego podrá ganar o perder, pero este equipo ha demostrado que es fiable, y que es ambicioso, cosa que hacía tiempo que no recordaba en nuestro equipo.
Seguramente un equipo más “alegre” como la Real Sociedad favorezca el juego del Betis, pero estoy seguro que irán con la lección bien aprendida después del 4-0 que les endosamos en nuestro estadio hace no mucho.
Si conseguimos la hazaña, tocará nuevo sorteo, semifinales, ilusión desbordada y ahora si, partido a ida y vuelta y volver a cantar en nuestro templo aquello de… “A la copa, a la copa… Mi Betis juega…”
