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Tenía que ser así (1-1)

El Real Betis se ha sacado el billete para la final de la Copa del Rey y para la Supercopa de España en un partido tan feo y rácano como sufrido. Tuvo que ser en el descuento, después de que Bebé se inventara un gol antológico. Pero no podía ser de otra manera.

Si no es con sufrimiento no es el Betis. Los de Pellegrini se empeñaron durante los 90 minutos en provocar paros cardiacos y taquicardias en los más de 50.000 corazones que poblaron las gradas del Villamarín en una de esas noches mágicas de balompié. El estado físico y mental que atraviesa en equipo durante este interminable tramo de la temporada se notó desde muy pronto. El Rayo Vallecano no era el Zenit de San Petersburgo, pero el Betis se pareció mucho al Betis de aquella noche. Y eso siempre es mal augurio.

Las mejores ocasiones, eso sí, fueron de los verdiblancos. Pero al descanso el partido estaba como lo quería el conjunto vallecano y su entrenador Iraola. Todo muy abierto, todo a expensas de un detalle, todo en el alambre y con las mismas opciones de caer de un lado o del otro. El Betis tuvo mejores ocasiones, sí, pero siempre a cuentagotas y en acciones muy individuales. Canales y Fekir, desaparecidos. Alex Moreno y Carvalho era de lo poco salvable. Juanmi obligó a volar a Luca Zidane en un centro desde la banda y Alex Moreno se coló hasta la cocina desde la banda y su centro lo acabó sacando muy cerca del palo el meta francés.

Pero el cero a cero al descanso era impepinable. Y quizás esa fuera la peor noticia para el Betis. Pues el Rayo estaba obligado a dar el paso al frente y el Betis no tenía pinta de saber contrarrestarlo, y el fantasma del partido ante el Zenit sobrevolaba por Heliópolis. A los jugadores se les notaba nerviosos, preocupados y con vértigo, y eso lo transmitían a una grada que no podía cantar, porque ya no quedaban uñas.

Con el cambio de bailes en el Rayo el Betis comenzó a desaparecer. El conjunto visitante cada vez tenía más pelota y jugaba más cerca del área verdiblanca. No pusieron en aprietos a Claudio Bravo, pero salir jugando desde atrás era tarea imposible, los jugadores claves del Betis no aparecían y los minutos pasaban y pasaban.

Y al Rayo le sonó la flauta. Bebé se inventa un trallazo espectacular en un disparo de falta directa que sorprende a Bravo y se cuela por la misma escuadra. Quizás demasiado premio para un Rayo que no había tirado a puerta hasta el momento, pero un justo castigo para un Betis que necesitaba algo, lo que fuera, para aparecer por el partido. Pellegrini entonces movió el banquillo. Joaquín y Borja Iglesias entraron al verde para darle otro aire al equipo, y un chaval de 40 años se echó el equipo a la espalda como si nada. Entre él y un incombustible William Carvalho hicieron lo justo para darle la vuelta a la eliminatoria a favor de un Betis que no quería la prórroga. Y el Rayo sí.

Pasaban los minutos, el cuarto árbitro levantó la tablilla: cinco minutos. Pero lo dicho. Joaquín controla un balón en medio campo. Echa a correr y se inventa un pase medido para que Canales se quede delante de Luca Zidane. La pica, el balón va llorando hacia la puerta vacía. Aparece un defensa, aparece Borja Iglesias, la pelota acaba entrando. Se desata la locura en el Villamarín.

Todo el miedo, la responsabilidad, el vértigo y el pánico que los jugadores tenían y les agarrotaba las piernas y la cabeza se fue con cada grito de júbilo y liberación. Toda la comitiva verdiblanca, salvo Pellegrini y su cuerpo técnico, estaba en la grada de Gol Norte celebrando cual piña unida el gol que les daba el pase a la final.

Pero todavía quedarían un par de minutos para que el Villamarín fuera el jugador número 12 que tanto se había echado en falta hoy. Bebé tendría una nueva falta, calcada a la del gol, pero esta vez la estrelló en la barrera y eso casi se celebró como otro gol. Antes, Joaquín tuvo en un mano a mano el 2-1, pero quizás fuera ya demasiado para un chaval que no quería que el de hoy fuera su último partido importante de su carrera.

A este jovenzuelo de la finta y el sprint, con un dorsal que recuerda los años que han pasado desde la última final, todavía le queda un último baile. Donde espera, y todos deseamos, que la justicia del futbol le haga decir adiós tocando plata. Pero eso será el próximo 23 de abril. No hagan planes. Vayan avisando.

Escrito por

Director y cronista de Onda Bética.

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