«Porque Nabil Fekir, el Nabil Fekir del que tanto y tan bien ha disfrutado este curso el Real Betis, así como sus aficionados, volvió frente al Eintracht de Frankfurt», decía el Plan XLIII. Y es que, de no ser por la habitual permisividad arbitral, así como por el propio Nabil Fekir, la mejor versión del genio francés habría repetido protagonismo en la vuelta de los pupilos de Manuel Pellegrini a la senda del triunfo. La patada del ‘8’ verdiblanco es injustificable. Roja clara. Pero, ¿cuántas de las acciones que tanto se le reprochan a Nabil Fekir podrían haber sido evitadas por, ni más ni menos, que los propios árbitros? El Ingeniero es sabedor de que en su cuadrilla tiene a un obrero cuanto menos rebelde. Irreverente, quizás. Si bien es de los mejores (o el mejor) en lo suyo, ciertos actos realizados en plena jornada laboral le han costado, o podido costar, algún que otro disgusto al resto de compañeros. Pero cuando Manuel Pellegrini, en lugar de señalar a su peón, sale una y otra vez en su defensa, por algo será.
Con o sin Nabil Fekir sobre el terreno de juego, el Real Betis recuperó una solidez tan necesaria como, durante semanas, olvidada. No fue excesivamente superior, pero es que no le hizo falta. El Athletic se prodigó en ataque, sí. Incluso tuvo alguna que otra ocasión clara. Aún así, los de Manuel Pellegrini, incluso con uno menos, no sufrieron. A la eficacia ‘Pandística’ de la primera parte se le unió una capacidad de resolución defensiva, de empaque y trabajo, que marcó el camino del Real Betis hacia la victoria. Los obreros del Ingeniero trabajaron como hormiguitas. La jornada laboral de los verdiblancos fue menos brillante en su ejecución (vistosamente hablando) que en días anteriores, pero la cuadrilla, durante la totalidad de su tiempo de trabajo, fue un todo. Ni el Real Betis estaba en crisis ni la no victoria, de haberse producido, podía tildarse de fracaso, pero el +3 cosechado ante los de Marcelino García Toral era la inyección de confianza y moral que el cuadro de las trece barras necesitaba para Frankfurt.
Y buena culpa de que los verdiblancos sigan inmersos, y de lleno, en la lucha por los puestos de Champions League la tiene el rendimiento de las rotaciones, que no las rotaciones en sí. Mientras que los continuos cambios en las alineaciones de Manuel Pellegrini durante el primer tramo del curso han permitido a los pupilos del técnico chileno llegar con piernas al tramo decisivo de la temporada, lo que realmente ha provocado que el Real Betis esté «ahí» son las buenas actuaciones de aquellos que, de un día para otro, han tenido que dar el do de pecho cuando no eran ni parte del coro. Salir al terreno de juego y sumar. Justamente lo que hicieron ante el Athletic Club tanto Paul Akouokou como Juan Miranda. El Ingeniero, que acumulaba semanas con importantes bajas en la cuadrilla, hizo un contrato temporal a dos de los obreros con menor participación en el equipo de trabajo. Tal fue su rendimiento y sacrificio durante la última planificación de la obra que son muchos que, a buen seguro, ganarán en importancia durante lo que resta de Plan 2.0.