Llegó el momento. Llegó la semana en la que nuestro Betis vuelve a disputar una final casi dos décadas después. A priori, lo lógico para cualquier club que no acostumbra a verse en este tipo de situaciones, es llevar semanas priorizando una competición en la que se está tan cerca de campeonar. Sin embargo, el mensaje desde dentro se mantiene inalterable: “Estamos a tres puntos del segundo, tercero y cuarto. El jugador es consciente de lo importante de este partido”. “Vamos a ir con todo hasta el final de temporada y el siguiente es el Elche”.
Que esas declaraciones vengan de parte del entrenador y de unos de los capitanes del equipo como Canales, dice mucho de la ambición implantada en ese vestuario. Porque antes de la final copera, hay una jornada de Liga esta noche y el plan no varía ni un ápice. Además de optar a un título el próximo sábado, pelear una plaza Champions hasta que las matemáticas digan lo contrario. Ni siquiera el hecho de estar a días contados de jugar ante el Valencia en La Cartuja le resta importancia al siguiente partido, como ha ocurrido a lo largo de toda la temporada. Eso ha llevado al equipo al punto de ser el último vivo en tres competiciones, algo impensable hasta hace bien poco.
La forma de proceder no puede ser más acertada y ha calado en el seno del club. No se trata de disfrutar de una temporada fantástica y que la cosa quede ahí, sino de darle continuidad en el tiempo y de sentar unas bases sólidas sobre las que crecer como equipo, como entidad. El Betis nunca antes había sido tan competitivo con Europa de por medio. Final de Copa y a tres puntos del segundo clasificado en Liga en este tramo final así lo atestiguan. Toda competición es importante y hay que pelearla hasta el final, como ocurrió en una Europa League donde se cayó con honores o en la pasada edición de Copa. El equipo vende carísima la derrota y nunca se da por vencido.
La llegada de Manuel Pellegrini ha sido una bendición para un club que, por unas cosas u otras, nunca se ha caracterizado por darle continuidad a buenas temporadas, sino más bien por una irregularidad que no le ha permitido dar ese salto para asentarse en la parte alta en España y ser un habitual en Europa. Que algo ha cambiado ya es una realidad desde la llegada del Ingeniero y ojalá suponga un antes y un después definitivo en el devenir de un club que tiene el potencial suficiente para cambiar su historia. Estar año tras año peleando entre los mejores no es una fantasía carente de sentido, es el lugar que le corresponde a este equipo.
Soñemos con ver a Joaquín levantar esa Copa, como ya hizo Cañas en 2005 y antes Cobo en 1977, pero que hasta las 23:00 de hoy, los cinco sentidos sigan puestos en La Liga. Así llegas arriba para quedarte. Así se forja un equipo ganador. Recuerdo como si fuera ayer aquel gol de Dani en la prórroga, pero también ese lanzamiento de falta de Assunçao en Mallorca que hizo que se escuchara por primera ver el himno de la Champions en Andalucía. En 2022, el desenlace puede ser el mismo.
Tienes que ganar la Copa, a Plaza Nueva hay que volver… Pero antes, Elche, Elche y Elche. Porque ambición y crecimiento van de la mano. Porque el Betis es mucho más que una final cada 15 o 20 años, es ese gigante dormido del que hablaba Antonio Cordón a su llegada, que ya ha despertado y que está empezando a caminar.