No es ningún secreto que en el Real Betis se respira un ambiente bestial. Nada más llegar un jugador al club, se tiene que preparar para envolverse de ese sentimiento verdiblanco y echarse unas risas con su vídeo de presentación. Con esa presentación, se le da un primer aviso de lo que se va a encontrar en el vestuario: humor y mucho buen rollo (al menos en algunos ámbitos).
Hay que decir que no siempre se consigue que sea así, pero, por esa misma razón, merece la pena presumir de este grupo de chavales. Son unos cuantos los que decidieron ponerse la verdiblanca para continuar ejerciendo su profesión y acabaron encontrándose con una familia. Esa familia que se elige, porque es el propio futbolista el que toma la decisión de caer en la capital hispalense, pero que no escoge las caras que se va a encontrar en el camino.
Es increíble la cantidad de risas que hemos vivido en los últimos meses con este grupo. Ya el gracioso no es solo Joaquín, pues más de uno (y de dos) han salido bailando en vídeos de Instagram. Borja Iglesias, Aitor Ruibal y Bellerín han sido los grandes artífices de esta temporada. Se podría decir que era el trío dinámico. Es una pena que haya que hablar en pasado, pero es increíble que alguien quiera seguir perteneciendo a este club solo por esa piña que se ha formado. Y que muchos pidamos su vuelta por esa misma razón.
Desde luego, eso es mérito de ellos mismos y del ambiente tan sano que se ha formado en el vestuario. Que los jugadores se entiendan tan bien entre ellos y con su entrenador, Manuel Pellegrini, es algo que queda reflejado en el terreno de juego. Además, es que ha traído, como consecuencia, buenos resultados. Pero hay muchas cosas que hay que destacar de esta gran familia. Esa que da su brazo a torcer para que ningún piñón acabe perdido.
Y eso es lo que ha pasado en este mercado. Que muchos de ellos se hayan bajado su salario para inscribir a los que no estaban aún inscritos es para quitarse el sombrero. Como también lo es que Joaquín pensase en su retirada para conseguir lo mismo. Han acabado haciendo un trabajo y un esfuerzo para que la familia siga (a pesar de algunas salidas) intacta. Los demás, mientras tanto, esperamos que ese lazo, aunque no sea de sangre, se siga manteniendo. Que esa unión perdure, venga quien venga, salga quien salga. Y, a pesar de que el mercado ha sido insuficiente, que El Ingeniero vuelva a hacer de las suyas.