El Betis este año ha empezado la liga como mi tío Paco en un convite, arrasando. Y es que mi tío Paco era de los que había pasado mucha hambre de chiquitito, él lo llamaba “hambre heredá”, decía que esa hambre no se olvida y se arrastra para los restos aunque uno ya tenga la panza llena. Cuando veo a Borja Iglesias marcar un gol y recoger la pelota de las redes lleva la misma cara que mi tío persiguiendo a los camareros en los entrantes, con los ojos inyectados en sangre yendo a degüello.
Y es que el Betis está intratable, es como mi colega Pepe “el largo” por donde pasaba no se dejaba una chavala atrás, iba arrasando de tal forma que Átila a su lado parecía Sor Ángela de la Cruz cocinando yemas de San Leandro mientras escucha a Álex Ubago.
Este equipo está tan enchufado y con tan mala leche que si te hacen el pasillito de la mosca te ponen el pescuezo como a un costalero de la Sentencia y de propina te meten patadas hasta en el cielo de la boca. Esa sed de querer más sangre no se ha visto desde que Drácula perdió los dientes y se llevó a su casa un contenedor de compresas.
El Betis se ha convertido en el “Pepino Mecánico” en analogía a la mítica “Naranja Mecánica” de Holanda, un equipo que juega de memoria con jugadores polivalentes que no dan por perdido nunca un balón, siempre ofensivo y presionando más que mi mujer cuando estamos en un velador y tarda en salir el serranito.
A día de hoy los equipos rivales cuando nos ven en frente se agobian más que uno de Zamora tocando las palmas en la Feria, porque el Pepino Mecánico asusta tela, es el yonki del tren de la bruja, la suegra en el arroz del domingo, da más miedo que quedarse encerrado con Monchi en un ascensor mientras te cuenta su vida.
No sabemos lo que va a durar este periodo de felicidad pues el Betis históricamente solo nos tiene acostumbrado a ratitos buenos, a bocanadas de felicidad, a bofetadas de desilusión y a pellizcos en el corazón.
Ojalá este Betis, este Pepino Mecánico, haya venido para quedarse mucho tiempo, ojalá nos de muchas más tardes de ensueño y nos lleve de nuevo a tocar las campanas de la gloria.