No. Yo no soy más bético que tú. Es falso.
Hay una tendencia en las redes sociales, tan positivas para unas cosas y tan negativas para otras, en la que algunas personas presumen de su beticismo. Esto no es malo, evidentemente. Al contrario. Es un orgullo ser bético; defender las trece barras de manera incondicional. ¿Qué seguidor de cualquier equipo no apoya a sus colores hasta las últimas consecuencias? El problema viene cuando atacas a aficionados de tu propio club y los menosprecias por lo que tú piensas que es ser un mal bético.
No me gustan los repartidores de carnés. Esos que recriminan a otros por no ir al campo, por no ser socios, por no desplazarse con el equipo o simplemente por no estar de acuerdo con unas ideas. Normalmente esas ideas y esa forma de actuar son siempre extremas. O eres así o vas contra el escudo. Es algo común en la vida y que se extiende también en el fútbol. Se radicalizan las posturas y si no estás conforme no me vales. Y no te preocupes que me voy a encargar de que lo sepas. Se sientan cátedras desde el desconocimiento. Se generaliza. Es habitual criticar a los demás y ni siquiera saber las circunstancias de la persona a la que se critica.
En estos últimos años nos está yendo bien. No es fácil mantenerse arriba durante tanto tiempo ni ganar un título. Se ha conservado, prácticamente al completo, a una plantilla competitiva, de calidad y que tiene todavía mucho que decir, porque casi todos los jugadores están renovados para las próximas temporadas. Cuando lees o escuchas a periodistas neutrales o a aficionados de otros equipos hablan del Betis como un gran equipo. Un conjunto difícil de batir, que juega muy bien y que tiene un elenco de futbolistas de primer nivel. Y todo esto estando lejos de los presupuestos más altos de la Liga y con una situación económica muy complicada. Pues ni aún así estamos contentos. Se generan guerras innecesarias cada vez que hay una piedra en el camino.
No sé vosotros, pero yo cada semana descuento los días que faltan para ver jugar a mi equipo. Y cuando llega ese día voy restando las horas hasta que empieza el partido. Da igual el sitio en el que esté. Si ando de viaje, me he puesto malo o tengo tanto trabajo que el único ratito que me voy a tomar libre va a ser mientras juega el Betis. Imagino que como yo, habrá millones de personas. Pero no voy al Villamarín, ni a la mayoría de partidos en Madrid, que es donde vivo, ni me crispo cuando perdemos hasta tal punto que me pongo a insultar por las redes a los jugadores, a la directiva o a otros béticos. No soy menos bético que tú por eso.
Ya sé que esto que escribo aquí solo es un trocito de beticismo insignificante. Una simple opinión. Pero si sirve para que alguna de esas personas que critican a otros por no ir al estadio asiduamente, por no hablar a cada minuto del Betis, por tener un segundo equipo después del nuestro – incluidos Madrid o Barcelona – o por no comulgan con sus ideas, se lo piensan a la hora de machacar a otro bético, me sentiría feliz. Porque no es fácil ser como todos quieren que seas. Es más, cada uno debería pensar, actuar o sentir a su manera y que nadie se molestara ni te criticara por ello. En el fútbol y en la vida.