Todo comenzó un día cualquiera al medio día, me encontraba en el Hospital Infanta Elena (Huelva), acompañando a mi abuelo, pues días antes estuvo bastante grave pero gracias a la atención y el trabajo de los sanitarios del hospital ha ido recuperándose.
Mientras estaba con la persona gracias a la cual puedo decir con orgullo que soy bético, recordé que en cuestión de minutos comenzaba el sorteo de octavos de la UEFA Europa League. Podía ver en sus ojos la ilusión del que ve al equipo de sus amores competir entre grandes equipos de Europa, finalmente fue el Manchester United el equipo que el azar decidiera nuestro devenir en la competición.
Nos miramos y nuestras caras mostraban cierto miedo, las cuales sólo duraron un segundo, solo el tiempo que tardamos en volver a ilusionarnos y confiar en los nuestros. Después de ver a su equipo tantos años en el barro, se tomó esta eliminatoria como un regalo que debíamos disfrutar.
Por motivos personales no pude estar en Old Trafford, aunque sí que sentí que mi amigo y compañero de grada Álvaro me llevaba con él hasta “el teatro de los sueños”. Pese a una dura derrota, la confianza en los de verdiblanco era plena, difícil pero no imposible.
Llega el día del partido, salgo del trabajo y desde que me levanté aquella mañana de jueves no podía dejar de pensar en la posibilidad que teníamos de poder vivir una gesta. Acercándome a las inmediaciones del Benito Villamarín respiraba un aire especial, diferente, algo que caracteriza a los béticos y que no sería capaz de explicar con palabras.
Comienza el encuentro y mi grada, mi querido Gol Sur, se deja la voz para alentar a los suyos. Ojalá algún día pueda explicarle a mis hijos lo que viví y sentí en esos primeros 30 minutos de un jueves cualquiera donde el equipo de mis amores estaba luchando para vencer al gigante inglés. Esa energía que recorría Heliópolis me demuestra, una vez más, que el Betis es mucho más que un equipo de fútbol.
Finalmente no pudo ser, pero estuve con los míos hasta el final, reconociendo el trabajo y esfuerzo que habían hecho por defender las 13 barras. Mi abuelo a lo largo de su vida me ha enseñado mucho y gran parte de quien soy a día de hoy se lo debo a él y ese jueves sentí algo que me inculcó desde pequeño, el verdadero sentido del “manquepierda”.
