Cuando todo parecía encaminado a un año emocionante para el aficionado bético tras los primeros 2 partidos ganados y la injusticia sufrida el sábado, el Betis, como cada vez que tiene que demostrar algo, fracasó en Getafe.
La llegada de Manuel Pellegrini trajo esperanza, y la de Antonio Cordón, ilusión en una afición que no tenia un motivo para ello desde aquel gol de Gameiro en aquel ya lejano febrero de 2019. A mí como aficionado al fútbol, y sobretodo como enfermo del verdiblanco que soy, me duele ver una afición tan dividida y enfrentada y a un club que vive en un bucle constante en el que todo es criticado, con motivos, y en el que cuando algo puede salir bien, no sale.
Eso es así, y ha sido así siempre, desde aquel 11 de Junio de 2005 en el que tocamos el cielo en Madrid no ha salido nada bien, concurso de acreedores y descensos de por medio, algún cameo en europa y poco más, y esta es la realidad de la que hablan los números. Quizás, y ojalá así sea, lo de Getafe haya sido el típico partido tonto que todos los equipos tienen, que mejor que sea ahora y no en mayo, y mejor que sea fuera y no en casa.
En esta última semana se ha de reforzar la plantilla en las 3 posiciones más débiles, se deben solucionar aquellos problemas a los que no se les da importancia y la tienen y sobre todo compensar una plantilla en la cual hay jugadores de mucha calidad, un buen técnico y que tiene la obligación de competir y luchar por devolver al Betis a competir en Europa, y no en forma de cameo, si no que sea una rutina y un fracaso si no se consigue .