Y eso que el inicio del partido dejó entrever a un Betis más participativo. Con más ritmo y movimiento. Y no ese juego plano de toque entre centrales que no generaba nada. Los de Rubi tenían la posesión ante un Granada CF metido en su campo y con tímidas presiones, pero pese a la superioridad y al pequeño margen de mejora respecto al derbi (que tampoco era díficil) el Betis no generaba peligro, incluso fue el Granada quién tuvo la primera con un disparo de Puertas desde fuera del área que se envenena y obliga a Joel Robles ha sacar la manopla. Los verdiblancos, pese a todo, seguían en la línea de tener más la posesión y de aprovechar las entradas por banda de Pedraza y Emerson que generaban algo de peligro al área, pero sin noticias de Canales y Fekir es muy complicado hacer nada. Aun así, el Betis tuvo una muy buena ocasión en un córner que obliga a Rui Silva a sacar la mano y evitar el gol local.
Pero mediada la segunda mitad llegó el momento clave del partido. Edgar recibe una falta en campo contrario. El colegiado Soto Grande da ley de la ventaja, el balón queda muerto y en los pies de un jugador granadino. El propio Edgar va a por el balón con fuerza y toca a balón y jugador. El colegiado pita falta, y después de varias protestas dice que decreta la que recibe Edgar, pero el canterano se lleva la amarilla por la entrada. De esas cosas que solo ocurren en el Betis y que este que escribre no encuentra precedente en la Liga. Esa amarilla quedaría en una anécdota si no fuera porque, varios minutos después, un error de Joaquín propicia la contra visitante y el propio Edgar no se atreve a hacer la falta que acarrearía la segunda amarilla en este caso. La jugada acaba en gol del Granada y las caras de tonto en todos los verdiblancos. Desde entonces y hasta el descanso el Betis fue un equipo muerto.
Tras la reanudación, el Betis seguía mostrando su peor cara de la temporada. Un equipo muerto, sin alma, sin ideas y sin movimientos en el banquillo. El equipo no reaccionaba y el Granada estaba comodísimo en su campo y sin apenas exigencias. Rubi en un alarde de a saber qué, da entrada a Tello y Aleñá por Joaquín y Guardado. Hombre por hombre que no sirvió de nada. Más tarde, a Lainez y Borja Iglesias por Edgar y Loren. Un cambio que, precisamente, cambió algo, pues Lainez desde la banda comenzó a generar algo. Un poco de picardía y desparpajo que animó el partido. Y de una jugada desde la banda le cae un balón al panda en el área que es agarrado por entre dos defensas y el colegiado decreta penalti. Un penalti de esos que se pitan poco pero que esta vez cayó a favor sobre el verde del Villamarín. Canales se encargó de transformarlo y poner el empate en el marcador.
El Granada entregó el partido y se agarró a aguantar el empate, pero otra jugada aislada e individual de los de Rubi propició el segundo tanto verdiblanco. Cuando Tello centra al área sin saber muy bien el motivo, pero nadie remata, Rui Silva no la ve y la pelota se cuela. Corría el minuto 88. En cualquier otro equipo no se juega más. Pero no en el Betis.
El Betis no sabe hacer eso y otra vez, como en Vallecas en Copa, otro regalo defensivo acaba con el empate. Un córner que se pasea, Mandi se queda a medias y Soldado la empala ajustada para que no llegue Joel Robles. Con el trabajito que le había costado el Betis remontar, que había tirado de orgullo y calidad para darle la vuelta al partido y demostrar que, aunque muerto, tiene mimbres para competir, se deja dos puntos de oro y la moral por los suelos.
Un punto que no sirve para nada visto lo visto y que no salva la cabeza de Rubi. O al menos así debería ser. Hasta el sábado hay tiempo para que haya un cambio en el banquillo y se viaje a San Mamés con otra cara. De momento, a 9 del descenso.