Veníamos alertando desde hacía ya un tiempo que el Betis se estaba malacostumbrando a ganar los partidos más por la inercia que por el control o incluso el merecimiento, y por ende, los de Pellegrini se han dejado cuatro puntos en dos partidos en los que debía haber ganado si fuera capaz de convertir en goles la superioridad que demuestra durante el partido. Hoy, como en Elche, se durmió y dio vida a un rival que vino a cumplir con el calendario y en chanclas, y al que el Betis dio vida cuando debió darle la puntilla.
Empate y gracias. El Betis fue los suficientemente mejor para marcar dos goles y lo suficientemente peor para encajar otros dos. El dominio de los primeros minutos de los verdiblancos daba de sobra para finiquitar el partido en la primera parte, pero el error más antiguo y típico del fútbol es irse cuando te adelantas y darle la pelota al rival y este Betis los errores los sigue pagando muy caro.
Incomprensible como el Betis le dio vida a un Valencia que defendía mirando, que no presionaba y que apenas inquietó a Claudio Bravo durante gran parte del partido. Los primeros compases fueron una superioridad en intensidad verdiblanca apabullante. La muestra, el golazo de Fekir al saque de un córner empalando desde el balcón del área y haciendo imposible la estirada de Jaume. Pero de manera bochornosa, el Betis se fue del partido y le dio alas a un Valencia que necesitó muy poco para empatar. Apenas diez minutos después, Guedes se inventa un disparo cayéndose desde fuera del área al que no llega Bravo y con demasiada facilidad y pasividad defensiva. El Valencia, tras el empate, volvió a su estado de reposo y el Betis volvió a dominar el partido como había hecho antes. El segundo llegaría como si el guion estuviera preestablecido. Falta en corto de Fekir, Joaquín la deja atrás al borde del área y Canales la clava con la zurda desde fuera del área. Dos a uno en el marcador al descanso y la incógnita de ver como sería la segunda parte.
Y el guion, efectivamente, estaba escrito. El Betis se durmió en los laureles, dio por sentenciado el partido y se lo llevó la corriente. El Valencia fue poco a poco creciendo ante un Betis sin ritmo, sin intensidad, como si el rival no jugara, y el penalti de por manos de Alex Moreno no fue más que una consecuencia de esa desconexión. Carlos Soler lo transformó y volvió a meter al Valencia en un partido al que ya había llegado gracias únicamente a la pasividad del Betis, que en vez de ir a por el tercero, se quedó con la superioridad mínima como buen resultado.
Pellegrini movió el banquillo. Sacó a Borja Iglesias por Juanmi y a William Carvalho por un Fekir cansado y pensando en el partido del próximo miércoles, y porque no nos vamos a engañar: al Betis le daba más que suficiente para ganar con lo que tenía sobre al césped. Pero la desconexión duró lo que tardó en recuperar la posesión, y en ellas, Musah a punto estuvo de hacer el tercero, pero Bravo sacó la manopla en un mano a mano demasiado claro.
Cuando recuperó la posesión se volvió a ver la mejor versión del Betis. Aitor Ruibal fue un soplo de aire fresco y de sus botas salieron dos ocasiones que en otros partidos entraron y en este no. Primero aprovechando un centro de Emerson que remata como puede, se envenena blandito y Jaume tiene que sacar la mano arriba para evitar el gol. El segundo, en un recorte que deja sentado a Diakhaby en área pequeña, pero Jaume encima bien y la saca con el pie cuando se colaba dentro.
De nada le sirvió ser mejor durante varios momentos del partido y buscar con más ahínco la victoria a un Betis que puede dar por bueno y justo un empate que no le sirve para nada. Sigue sumando, eso sí, pero mucho debe cambiar su predisposición sobre el campo en un tramo de la temporada donde los equipos empiezan a verle las orejas al lobo, y quién no saca las uñas se va por la borda.