Llevamos poco del segundo tiempo. Banda izquierda. Miranda para Canales. Sergio levanta la cabeza y ve el desmarque de Borja en el primer palo. El balón le llega al delantero gallego que, sutilmente, con el exterior de la diestra, aloja el balón en el fondo de la portería del Celtic. Se completa la remontada. El Betis se pone 3 a 2 y el Panda lo celebra con el público, que enloquece. Antes, todavía en la primera mitad, el nueve verdiblanco le regala a Juanmi el empate mirando al tendido. A lo Laudrup. Solo para que la empuje. El rostro de rabia de Borja gritando el tanto de su compañero frente al graderío será la portada de buena parte de los medios digitales en el regreso bético a la Europa League.
Se ha hablado mucho de Borja Iglesias, al que le tengo aprecio. No lo puedo negar. No solo porque me parece un sensacional futbolista. El Panda es un jugador especial.
“Feliz año amigo. Y perdón, que acabo de ver el mensaje que me enviaste en el confinamiento.” Ese mensaje era una solicitud informal para una entrevista a través de Instagram. Durante la pandemia, para entretener a mis lectores que por aquel entonces no podían salir de sus casas, hice una serie de directos de quince minutos. En esa Habitación azul hablaba con gente conocida y le pedí a varios jugadores del Betis si se animaban a charlar un rato conmigo. Solo Canales me respondió y después Borja. Por supuesto, cero rencor a los que no me contestaron. Faltaría más. Pero que ellos dos si lo hicieran fue una alegría.
Desde entonces, hemos hablado varias veces a través de las redes. Siempre atento. Siempre simpático. Hasta sacó uno de mis libros, sin ningún tipo de beneficio económico, en sus redes sociales. A mí ya me tenía ganado de antes, pero mi admiración por él no ha parado de crecer.
Aunque, como decía más arriba, de Borja se ha hablado mucho en estos últimos dos años. Primero, por lo que costó. Después, porque no veía puerta. Pero, sobre todo, por sus acciones fuera del campo. Lo que unos veíamos como algo positivo, otros lo entendían como una ofensa. ¡Si no marca, si no está respondiendo a las expectativas, cómo es capaz de implicarse en historias que no tienen que ver directamente con el fútbol! Y es que, a veces, pensamos que los futbolistas no son personas. No pueden equivocarse o mostrar su otro yo. Son de nuestra propiedad, simplemente, porque cobran mucho dinero o porque juegan en el equipo del que somos desde que nacimos. No digo que no seamos exigentes con ellos, ni le pidamos que lo den todo y se expriman por las trece barras. Por supuesto. De hecho, es nuestra obligación. Sin embargo, hay mensajes, comentarios, palabras que no suman. Solo restan. Seguro que Borja Iglesias es el primero que desea responder con goles y buen juego a la apuesta que el Betis ha hecho por él. Es el primer interesado en que la gente vitoree su nombre y de que ardan las manos de los aficionados de aplaudirle. Lo va consiguiendo.
Era un valor seguro cuando lo fichamos. Tirando de Wikipedia, o mejor mirad la web de Fran Martínez (La liga en directo), veréis que al Panda siempre se le han caído los goles de las botas. Máximo goleador de la historia del filial del Celta. Un buen puñado de tantos en el Zaragoza y en el Espanyol, equipo del que salió a hombros, literalmente. Es decir, lo raro es lo que sucedió en su primera campaña de verdiblanco. Él mismo ha hablado de la ayuda que ha recibido a nivel mental. No se ha escondido en ningún momento. Y mensajes como el que dio llegan a mucha gente.
No voy a alargarme más. Confiad en Borja Iglesias. Y si se pinta las uñas para dar visibilidad al movimiento contra el racismo, amplía su contrato para diluir la amortización de su fichaje, le regala una camiseta del Betis a Nathy Peluso o canta nuestro himno en el Marbella Vice, miradlo como algo positivo. Porque es positivo. Porque también eso es hacer Betis. Porque el Panda es diferente, especial, y yo me quedo con esta clase de jugadores. A pesar de que al final, como también dice Borja, lo importante es ganar y que la pelotita entre en la portería contraria.