Ahora que han pasado un par de semanas, parón de selecciones por medio, y se han enfriado un poco los ánimos (los míos los primeros), y más después de la victoria de esta jornada frente al Elche, me decido a escribir mi artículo de opinión sobre el partido contra el eterno rival del pasado 7 de noviembre.
Y es que una vez más, nos quedamos con cara de tontos después de una semana en la que mucho se hablaba de la “supuesta” igualdad de este derbi y de que el factor campo con el público de nuevo en las gradas podía ser determinante.
Pero el caso es que las derrotas contra Atlético de Madrid en Liga y Bayern Leverkusen en Europa League no hacían presagiar un buen desenlace, como así fue finalmente. Porque el Betis salió a verlas venir, a ver a que quería jugar el Sevilla, y en estas, decidió darle el balón y jugar a contraestilo. Porque el Betis necesita el esférico, porque tiene jugadores para eso, no para salir a la contra. De esta manera vimos seguramente al Betis menos reconocible de la temporada, el día menos propicio…
Y para acabar de arreglarlo, la expulsión de Guido (o casi autoexpulsión, porque se veía venir de lejos) terminó con las esperanzas de sacar algo positivo en la segunda parte. Y así fue, el Sevilla dominó el partido a su antojo, y hasta los minutos finales, y ya con un 0-2 en contra, no tuvimos algún tímido acercamiento a la portería rival.
Dicen (en la tv oficial del club lo he escuchado) que la afición estuvo fría y lo achacan a las largas previas en la Calle Tajo… pero es que creo que el equipo salió igual de frio y no transmitió nada a la grada. Y así es muy difícil. ¿Que fue antes? ¿El huevo o la gallina? ¿Quién debe contagiar a quien? ¿La grada al equipo o al contrario? Pues supongo que como en los matrimonios, cada uno debe poner de su parte para llegar a buen puerto.
Lo que es claro y meridiano es que el bético está cansado, no ya de perder, sino de ni siquiera competir con seriedad en los derbis y tener que esperar años para encontrar de nuevo un resultado positivo. Los derbis no son un partido más, los derbis se viven durante toda la semana y hay que tenerlos marcados en rojo en el calendario. Y se ganan con picardía, saliendo a no darle ni un centímetro al rival (¿como pudo tirar en el primer gol el jugador del equipo rival sin oposición alguna?…) y sabiendo a lo que se va a jugar. Pero tristemente, en eso parece que ellos lo tiene mucho más claro que nosotros y no somos capaces de igualarles en intensidad y en ganas de llevarse el partido.
No quiero que suene partidista e interesado, pero es en partidos como este en los que más me acuerdo de Don Lorenzo, (que habrá cometido sus errores, por supuesto) pero que es al único que recuerdo saber entrenar, jugar y ganar estos partidos. Desde su época, solo ha habido unas pocas alegrías contadas con los dedos de una mano, y curiosamente, fueron con él en el equipo directivo.
En fin, ya me he desahogado y no queda otra que esperar a la segunda vuelta y rezar para que salgamos enchufados. Mientras tanto, disfrutemos del camino ahora que lo hemos vuelto a encauzar con la victoria ante el Elche y todo se vuelve a ver de otro color.