Llegó diciembre, un mes diferente al resto, un mes de reencuentros y de convivencia junto a familia y amigos. Es realmente en días como el de Nochebuena o Nochevieja cuando uno es consciente de la suerte que tiene de estar rodeado de personas maravillosas. Pero es justo en esos momentos cuando hay algo dentro de mí que hace “click” y hace surgir sentimientos de añoranza, cariño y tristeza al ver que cada año hay menos sillas alrededor de la mesa.
Al igual que tengo esa sensación en esos momentos, también viene a mi cada vez que voy a nuestro templo, el Benito Villamarín. Siempre me han hablado de ese cuarto anillo, esos béticos y béticas que desde el cielo animan al equipo y nos alientan a nosotros en los peores momentos, al principio era un poco escéptico, pero con el paso del tiempo lo he sentido, es imposible explicar con palabras esa sensación de cómo alguien que ya no está entre nosotros es capaz de acompañarte en los momentos más felices y en los más complicados.
A lo largo de estos años he vivido momentos muy buenos con el Betis, pero también algunos no tan buenos, donde la palabra “descenso” sonaba sin hacer mucho ruido, pero el hecho de escucharla era señal de que la cosa no iba bien. En todos y cada uno de esos momentos te sentí cerca, dándome tu fuerza y cariño, sobretodo en ese minuto 26, un minuto en el que miles de personas coreamos el nombre de Miki Roqué. El maldito cáncer nos alejó demasiado pronto, espero que desde ahí arriba sigáis cuidando de nosotros, aquí abajo no os olvidamos.
Recuerdo como me acompañaste al estadio para sacarme el abono en mi querido Gol Sur aquel verano de 2017, como tras finalizar cada partido te llamaba para comentarte mis impresiones y tú me animabas en la derrota y me felicitabas en la victoria. También recuerdo aquella mañana de domingo, estando el equipo en Segunda División, cuando entendiste que era imposible que me concentrase en estudiar mientras que el Betis se jugaba el ascenso. Sabías que para mí no sólo era un equipo de fútbol, que era mucho más que eso, era una forma de entender la vida.
Ojalá estuvieras aquí para decirte que he conocido a gente increíble gracias al Betis; para llamarte en partidos como el de Levante y veas como me quedé sin voz por animar a los nuestros y celebrar el mágico hat-trick de Juanmi; para presentarte a las personas que me acompañan en mi grada cada partido, son personas maravillosas; o para que me mires a los ojos y veas la ilusión que tengo cada semana de volver al Villamarín, esa ilusión que mantengo desde el primer día.
Ojalá estuvieras aquí mamá, un beso al cielo.
