Dicen que los artistas nacen dónde quieren, y está claro que los béticos también. Mi artículo de opinión de hoy va dedicado a un cántabro que se destapó en la liga hace ya más de una década dando un recital en el campo del eterno rival y que hoy por hoy es santo y seña del beticismo.
Cuando Serra Ferrer, Setién o quien deba adjudicarse ese mérito lo fichó hace ya 3 años, seguramente ni él ni nosotros hubiéramos imaginado que iba a convertirse en un abanderado de nuestro querido club, que iba a conquistar los corazones de tantos y tantas bétic@s con sus conducciones, goles, asistencias y derroche físico sobre el Benito Villamarín.
Y es que Don Sergio tiene calidad a raudales para enamorarnos, pero además es que ha sabido entender desde el principio lo que significa el sentimiento verdiblanco y ha dejado que le impregne todo lo que simboliza y representa este club, sin dobleces, a pecho descubierto. Pocas veces se da esa simbiosis mágica entre la idiosincrasia de un club, su historia y un jugador, especialmente cuando éste viene de fuera. Pero lo de Sergio y el Real Betis era un noviazgo con visos de matrimonio desde que nos conocimos y pusimos los ojos el uno en el otro.
Y así ha llegado a convertirse en uno de nuestros capitanes, en un digno sucesor de nuestro querido Joaquín Sánchez, en un símbolo fraguado en muy poco tiempo pero con la seguridad de que no saldrá rana, porque el compromiso que ha demostrado está fuera de toda duda.
Es muy curioso que la historia de este chico tenga mucho en común con la nuestra, porque ha tenido que pasar por insufribles y numerosas lesiones y momentos difíciles y ha sabido levantarse una y otra vez para superarlos y seguir aún más fuerte, mejor, con más ganas si cabe. Y que nos pregunten a nosotros lo que sabemos de eso…
Ahora que le ha llegado la madurez, la familia, y todas esas cosas que se suponen en la treintena, es el momento de que siga disfrutando haciendo lo que mejor sabe, deleitarnos con su clase, sus controles imposibles y esa zurda que tantas veces nos ha levantado ya de nuestros asientos. Qué suerte la nuestra.
Esta misma semana firmaba su renovación hasta 2.026, y a no ser que mucho cambie la cosa, seguramente colgará las botas con la camiseta de las trece barras, aunque viendo a Jorge Molina, Rubén Castro y el mismo Joaquín, quizá haga falta que el presidente de turno negocie una renovación más antes de que llegue ese día.
1.000 millones de euros es la cantidad que han puesto de cláusula en esta ampliación de contrato. Sin duda, una cantidad que simboliza ese compromiso entre club y jugador, que se han dado el sí quiero más enamorados que nunca. Y es que el mismo Sergio lo decía en los medios oficiales tras firmar su nuevo contrato. El club, el vestuario, la afición, la ciudad, y todo lo que le rodea hace que la decisión haya sido muy fácil y no haya tenido mucho que pensar. Ni nosotros tampoco, evidentemente.
La formalización de la renovación ha sido todo un acontecimiento. Le han dado un paseo por el Guadalquivir junto a su familia, han colgado una camiseta gigante con su número en la Calle Betis, y hasta han llevado a un famoso mago para concluir el evento. Y seguramente los béticos lo habríamos llevado en volandas por toda la Avenida de la Palmera si él lo hubiera pedido.
1.000 millones de cláusula, 1.000 millones de razones para quedarse, 1.000 millones de razones para quererlo.
PD: Ojalá escriba pronto otro artículo sobre la renovación del otro genio que tenemos en plantilla