Tras meses alejado de los medios, el pasado domingo nos sorprendía a todos una dilatada entrevista a José Miguel López Catalán, en el intervalo entre la consecución de un fracaso deportivo todavía reciente y los prolegómenos de una nueva temporada que, tras varios cambios significativos tanto en el banquillo como en los despachos, confían que sea la del salto definitivo o al menos esa es la intención que nos transmiten desde un club instalado en un bucle de decepciones en lo que al primer equipo de fútbol se refiere. En uno de los fragmentos de dicha entrevista, el protagonista pretende aclarar con rotundidad que ni ha sido, ni es, ni quiere ser el director deportivo del Betis, además de añadir que no ha participado en “la selección, decisión o cualquier tipo de cosa” respecto a ningún jugador o entrenador.
Pues bien, estas afirmaciones difieren de las palabras que pronunció Ángel Haro tras la penúltima reorganización del área deportiva del club el pasado verano, donde comentó que “a mediados de febrero (2019), que es la primera vez que se habla de Lo Celso porque lo hace José Miguel López Catalán en un chat de grupo que tenemos la comisión deportiva” por lo que resulta contradictorio si relacionamos ambas declaraciones. Entiendo que es muy tentador pretender ser el principal artífice de un acierto como supuso la incorporación del argentino y a su vez intentar desmarcarse de la planificación deportiva cuando los resultados no acompañan, pero ambas cosas son incompatibles. A todo esto hay que añadir que son varios los periodistas de diversos medios de comunicación los que afirman haberse puesto en contacto con agentes e intermediarios futbolísticos que indican que la persona de contacto en el club, hasta los nuevos cambios que se han producido recientemente, ha sido el vicepresidente y no cualquier otro miembro del área deportiva como por ejemplo Alexis Trujillo, el coordinador de la misma. Curiosa también esta circunstancia si tenemos en cuenta lo indicado por Catalán en su última comparecencia.
Por otra parte y lejos de dejar a un lado el debate respecto a la figura de Serra Ferrer, López Catalán volvió a la carga afirmando que Lorenzo no contaba con los conocimientos necesarios para liderar la parcela deportiva y que debido a ello, se tomó la decisión desde el Consejo de llevar a cabo una serie de cambios estructurales en el área deportiva del club. Resulta cuando menos extraño por tanto, que dejaran pasar toda una temporada al completo sin reforzar un puesto de vital importancia en el desarrollo de un club de fútbol y que finalmente lo hayan hecho coincidiendo con el descalabro de un equipo que a la conclusión de la campaña 19/20, acabó más cerca de los puestos de descenso que de los previstos como objetivo a principios de temporada.
En definitiva, muchas son las contradicciones que todo bético espera dejar atrás con la llegada de Antonio Cordón como director general deportivo de la entidad verdiblanca. En base al cargo que ostenta, se presupone que dispondrá de mando en plaza respecto a las decisiones que se tomen a partir de ahora en el ámbito deportivo y es que el Betis no está para más experimentos. Era prioritaria la llegada de un profesional cualificado, con un bagaje importante tanto para comandar una planificación, como para realizar cambios en un área deportiva del club que es más numerosa que en épocas anteriores pero que ha estado descabezada en cuanto a liderazgo y experiencia. Déjenlo trabajar y no lo digo por ningún aficionado, precisamente.