Por mucho que algunos le resten trascendencia y hablen de que el partido importante es el del Rayo – y tienen razón – un Sevilla-Betis siempre será especial. No solo por la revalidad, por la cercanía en la clasificación o por lo que pasó hace unas semanas en la Copa del Rey. Detrás de este enfrentamiento está el orgullo de pintar de verde y blanco la ciudad en lo que resta de temporada. Aunque este año todo es diferente. El Betis atraviesa uno de los mejores momentos de su historia. Sí, así como suena. Ser terceros en liga, semifinalista en copa y con un pie en la siguiente eliminatoria de Europa League lo habría firmado cualquiera de nosotros hace unos meses. Si se pierde contra el eterno rival dolerá menos, pero dolerá. Siempre duele. Como le fastidiará a ellos si nos llevamos algo de su estadio.
No tengo malos recuerdos de los derbis. Sentado en el Villamarín nunca vi perder al Betis contra el Sevilla. Como socio, viví un tremendo empate a tres o un gran dos a uno con Serra Ferrer, que casi nos garantizaba la clasificación para competición europea. En esta ocasión el partido es en el Pizjuán y a mi mente vienen de inmediato los goles de falta de Beñat, el cero a tres del 96 (con Monchi de portero) o el tres a cinco de hace cuatro años. Así que nada que temer. Vamos a competir y a ver qué pasa. Pellegrini y sus muchachos se han ganado que les tengamos toda la confianza del mundo. De hecho, somos el mejor equipo si contamos las últimas cinco jornadas.
Intuyo un encuentro igualado, que se resolverá por pequeños detalles. En la ida nos ganaron por un error de alguien que se equivoca poco. El resultado fue cero a dos, pero el partido estaba muy parejo antes de la expulsión de Guido. Seguro que el Sevilla querrá desquitarse tras la eliminación copera y saldrá a morder; presionando, intentando asfixiar al Betis en su campo. Esto puede venirnos incluso bien. Contra el Mallorca el equipo se resintió físicamente en la segunda mitad y vendrá de un gran desgaste del choque del jueves. Si les entregamos el balón y buscamos contras directas y rápidas, les daremos más de un susto. Este Betis juega bien con el dominio de la pelota y también desplegándose en transiciones rápidas. Además, llevamos mucho peligro a balón parado y esto lo tenemos que aprovechar por las ausencias de Koundé y Rekik, dos de los baluartes sevillistas por arriba.
Hablando de los que no estarán, a pesar de las bajas, ninguno de los dos debe poner ni una sola excusa si pierde o juega mal. Son plantillas amplias y el presupuesto de los de Nervión es el cuarto de la categoría. Hay fondo de armario de sobra y si el once que sale no es competitivo a estas alturas no es una cuestión de lesiones, expulsiones o del COVID. La obligación de un entrenador es tener enchufados a todo el plantel y que el que salte al campo rinda al máximo. Sea el jugador que sea. No vale quejarse de este tema.
Lo que si pido es que sea un derbi sin incidentes. Dejemos lo extradeportivo a un lado y centrémonos en lo que pasa en el verde. No me gusta cuando hay peleas, lanzamientos de objetos o alguien se dedica a insultar a otros en las redes sociales. Todos tenemos familiares y amigos del equipo contrario y lo que debe predominar es la guasa, no la agresividad. Yo soy del Betis y me alegraré por los míos y por mí si ganamos. Esa noche y durante unos cuantos días seré un bético feliz. Pero la vida continúa y esto es un deporte, aunque para muchos su equipo signifique una forma de sentir y una de las razones para levantarse cada mañana. Eso ni lo critico ni mucho menos lo voy a cuestionar. Aunque también hay que solicitar respeto por ambos bandos y que el pitido final del árbitro sea el comienzo del ejemplo del buen ganar y el buen perder. Bastantes cosas están pasando como para convertir nuestro derbi en otra batalla.
Hay nervios y ganas de ver lo que sucede en Nervión. Sin embargo, primero debemos superar al Zenit. A mí también me hace ilusión seguir adelante en Europa. Cada eliminatoria superada otorga prestigio, ilusión y dinero para las arcas del club. Somos el único equipo vivo en las tres competiciones, jugando a un nivel extraordinario. Ojalá sea así por mucho tiempo. Soñemos. Saboreemos este momento tan dulce que estamos viviendo. Y, pase lo que pase el domingo, estoy convencido de que estaremos muy orgullosos de los que esa tarde vistieron las trece barras. ¡A por el derbi!
