Hace mucho tiempo que no veía al beticismo tan ilusionado como está a día de hoy. El equipo entre los cincos primeros clasificados en LaLiga, en octavos de la UEFA Europa League y en una final tan deseada como merecida que teñirá la capital andaluza de colores verdiblancos.
Nos lo merecíamos, llevábamos años y años esperando una temporada así. Aguantando lluvias torrenciales en campos de Segunda División, directivos de ida y vuelta y jugadores que pasaban sin pena ni gloria por un Villamarín que nunca dejó sólo al equipo de su vida.
Es en momentos como el que vivimos a día de hoy cuando valoro la mayor riqueza que tiene este club, su gente. Una marea verdiblanca que llevaba a su equipo en volandas incluso en los peores momentos. Tenían razón los que decían “te animaré cuando menos lo merezcas porque será cuando más lo necesites”, no hay mayor muestra de amor que querer en la adversidad.
Todo crecimiento conlleva trabajo, constancia y esfuerzo. No todo llega de la noche a la mañana por lo que la calma y la precisión se convierten en elementos fundamentales para recoger todo lo sembrado anteriormente.
Pese a que el equipo está mermado físicamente por la carga de partidos a los que se está viendo sometido esta temporada, los jugadores siguen defendiendo las 13 barras con toda la ilusión del mundo. Son estas ganas e ilusión las que han inundado Heliópolis de manera sobrecogedora, haciendo que el plan del ingeniero siga su curso.
Tengo confianza plena en los míos y estoy seguro que con el apoyo de todo el beticismo, ayudaremos a que se consiga todo lo que este equipo se proponga.
Sigan animando, sigan disfrutando. Esto no ha hecho más que empezar.