Hoy vengo a contaros como el Real Betis Balompié consiguió que yo entrase en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid.
Corría el año 1997, un año fabuloso para nuestro club, hizo una gran temporada de liga y además se clasificó para jugar la final de Copa del Rey en Madrid contra el Fútbol Club Barcelona. El caso es que conseguí entradas para la final y me fui allí con mi colega Sergio en los autobuses que fletó el Chupe. Mi madre, como buena madre, me preparó el avituallamiento lógico para tal evento: una mochila llena de bocadillos, con uno en concreto que me flipaba, una viena grande del Polvillo con filetes empanaos y un buen pegote de mayonesa casera con su toque de ajo.
Después de toda una mañana de cerveceo por Madrid (en aquellos tiempos eso de la fans zone no existía) nos encaminamos por la Castellana en dirección al Santiago Bernabéu e hicimos una parada técnica a la altura del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Cogimos sitio en el césped que había enfrente y sacamos los bocatas. Me fui directo al de filetes empanaos, lo abrí y aquello olía a gloria bendita a pesar de que llevaba hecho desde las dos de la tarde del día anterior. La mayonesa tenía más seres vivos que el ecosistema de la selva amazónica, aquel bocadillo tenía más vida interior que un mama hostias de viaje espiritual por la India y los filetes estaban ya más tiesos que Joaquín después de una prórroga. Pero allí que le hinqué el diente como si no hubiera un mañana y me lo comí con más ansia que Falete en un buffet libre.
No tardó aquello en hacer efecto, un repeluco gordo me corrió del tobillo a la nuca acompañado de un sudor más frío que una cortina de baño dándote en el lomo. Las tripas parecían la Macarena de recogida por la calle Parras y el buje se me dilató más que las llagas del puente del Alamillo en pleno agosto. Salí corriendo en dirección al museo, abrí la puerta y saltando el torno de entrada me dice la taquillera “disculpe, tiene que sacar la entrada” a lo que respondí de una manera contundente y clara “señora, me cago encima”. Lo que vino a continuación no hace falta relatarlo pues ustedes supondrán lo que pasó pero puedo afirmar que el gotelé se hizo tendencia en la capital de España.
El caso es que una vez terminada la faena me dio tiempo a conocer este interesante museo y es que no se puede negar que el Betis te enseña, el Betis te entretiene y yo te digo muy contento hasta el artículo que viene.