En primer lugar, quiero dejar claro que acepto todas las opiniones sobre cualquier tema siempre y cuando se respete a quienes vayan dirigidas. Las personas somos subjetivas y no vemos las cosas de la misma forma. Mi manera de entender la vida no es mejor ni peor que la de otro. Es, simplemente, la mía. Dicho esto, ¡cómo les gusta a algunos tensar la cuerda y crear crispación!
Contexto: jueves 17 de marzo, el Betis cae eliminado en los octavos de final de la Europa League con el Eintracht de Frankfurt. Palo duro para la afición, porque el gol de los alemanes llega en el último suspiro de la prórroga, de rebote y después de un encuentro muy disputado en el que se logró equilibrar la balanza de la eliminatoria con un tanto de Borja Iglesias en el minuto noventa. Se murió en la orilla, pero con las botas puestas, como cita el refranero. En las redes sociales todos los béticos nos mostramos tristes, aunque orgullosos de nuestro equipo casi por unanimidad. Se peleó cada balón, los jugadores honraron a las trece barras verdiblancas y el manquepierda cobró más sentido que nunca. Sin embargo, alguien quiso poner la nota discordante. Un periodista – del que me niego a nombrar – escribió en un tuit malintencionado, en mayúsculas, la palabra FRACASO y comparó la eliminación del Betis con la del Sevilla en Londres. Además, para él fue algo “decepcionante”, los de Pellegrini fueron muy inferiores en los dos partidos y “no superó a casi nadie en Europa”. Absurdo, innecesario y fuera de tono.
A mí nunca me ha gustado eso de que hablen de ti bien o mal, pero que hablen. A veces, la prensa es lo que busca. No toda, alguna, para no generalizar. Tengo amigos periodistas – Yo mismo lo soy – que lo hacen muy bien y no se meten en el fango. El gremio está lleno de buenos profesionales que huyen del amarillismo twittero. No todo vale por unos cuantos likes o unos pocos comentarios citados. Aunque, como digo en el primer párrafo de mi opinión, hay muchas maneras de entender la vida. Y si este hombre buscaba polémica, enfrentamientos y que se hablara de él, lo consiguió con creces. ¡Si hasta le estoy dedicando mi artículo del mes en Onda Bética!
Caer en octavos contra el Eintracht no es un fracaso. Los alemanes son un buen equipo y, especialmente en la vuelta, se le hizo frente. De hecho, si el cabezazo del Panda en la prórroga va diez centímetros más abajo, estaríamos hablando de heroicidad y de un Betis en cuartos de la segunda competición europea más importante. No se pueden sacar conclusiones hasta que acabe la temporada ni evaluar a un equipo por un partido sin tener en cuenta el resto de campeonatos ni las circunstancias. Estamos en la final de la Copa del Rey, peleando en la zona noble de La Liga y hemos sido derrotados en Europa con la cabeza bien alta. Eso por no hablar del cansancio acumulado, de las bajas constantes (sí, también hemos tenido muchas lesiones, aunque no se hable tanto de ellas) o de ser solamente el octavo presupuesto de la liga española. ¿Fracaso? ¿De verdad, señor periodista? No sé si es para echarse a llorar o partirnos de risa.
Ese comentario incendió las redes. Decenas de hinchas se lanzaron a la yugular del opinador, incluido gente que trabaja para el club. ¿Es lo que buscaba? ¿Que el bético herido se revolviera y respondiese a su provocación? Solo él lo sabe. No estoy a favor de ningún tipo de violencia. Tampoco la que se usa en Internet. La condeno. Nadie merece que lo insulten o que lo amenacen. Se pierden muchas veces las formas. No estoy de acuerdo en que a este hombre se le dijera absolutamente de todo en Twitter. Aunque tampoco estoy de acuerdo en que un periodista, supuestamente imparcial, menosprecie a unos jugadores que se exprimen en la cancha, a una institución histórica y a un escudo y tilde de FRACASO lo que ocurrió el jueves pasado solo cinco minutos después de que el partido acabara. En caliente, con el amargor en las venas y las lágrimas saltadas de los aficionados, muchos de ellos en Alemania con un eterno viaje de vuelta por hacer. Fue un irresponsable y si fuera su jefe le llamaría la atención por su afrenta, algo que seguro no sucedió. Es una costumbre fea que se ha hecho habitual: criticar por criticar y vanagloriarse de ello, sin consecuencias. La libertad mal entendida. El yo tengo mi opinión y digo lo que pienso. No me importan los demás. Es una pena ver a dónde hemos llegado y en qué nos hemos ido convirtiendo. Ojalá el periodismo se recupere y deje a un lado a gente que lo que busca es que se hable de ella. La noticia es la que importa, no quién la da. ¡Dejen que sean los aficionados los que juzguen y no se conviertan en incendiarios de bufanda! Porque si el aficionado te da la espalda, querido periodista que trabaja y vive de los clics que recibe tu periódico, igual la palabra FRACASO no la usas con tanta alegría la próxima vez.