El oportuno retorno de Álex Moreno y Bellerín a la alineación ante Osasuna, y con goles y asistencias, ha vuelto a poner en primer plano la importancia de los laterales en el juego ofensivo del Betis de Pellegrini. ¿Por qué es tan relevante su papel?
Aunque la prensa sevillana nunca lo haya comprendido, y menos aún explicado, el estilo de este Betis tiene poco que ver con el llamado juego de posición, el que hoy practican entrenadores como Guardiola, Xavi o Lopetegui, más allá de similitudes superficiales como la famosa posesión. El modelo de juego de Pellegrini emparenta mucho más con el actual Ajax de Ten Hag: en lugar de utilizar a sus jugadores en posiciones fijas, Pellegrini los prefiere en constante movimiento e intercambio de posiciones, de forma que los defensores rivales no tengan referencias claras. El ataque bético es un enjambre en el que, salvo los dos centrales, todos se mueven y aparecen por diferentes lugares, y por tanto los extremos no están pegados a la cal –más que en el inicio de la jugada–, sino que aparecen por todo el frente de ataque.
Si no los extremos, ¿quién se encarga entonces de dar amplitud e, igualmente importante, profundidad al equipo, para estirar al rival a lo ancho y a lo largo, y así romperlo y crear espacios? Los laterales. Con los mediocentros muy bajos en salida de balón, los laterales béticos atacan desde muy arriba, y no solo se encargan de aprovechar los pasillos que dejan lateralmente las basculaciones del bloque rival, sino que son los encargados de lanzar desmarques de ruptura a las espaldas de sus homónimos, los laterales del equipo contrario. Tanto en desmarques largos para cambios de juego (como los de Bartra hacia Álex Moreno) como en combinaciones en corto (típicamente, Bellerín recibiendo de Canales o Fekir), los laterales béticos aprovechan su potencia para romper la jugada en velocidad sin necesidad de encarar casi nunca a sus rivales con el balón, sino cogiendo directamente su espalda. Al tratarse de un desdoble en carrera, es una maniobra difícil de defender por más que la esperes: el defensor parte en posición parada y, con la atención dividida por la presencia del extremo, sin una referencia fija.
Ante la final de Copa y un entrenador como Bordalás, al que no gusta acular a sus equipos muy cerca de su área sino en un bloque medio presionante, este rol cobra aún mayor importancia: Moreno y Bellerín se encargarán de aprovechar los amplios espacios a la espalda de la defensa valencianista y obligarán a su línea defensiva a recular y estirarse, ampliando así su distancia entre líneas y los espacios interiores por los que Canales o Fekir podrán hacer daño. Con seguridad Bordalás estará dedicando sus cavilaciones a contrarrestar este aspecto del juego bético, y es probable que tome medidas especiales contra él, como la defensa de cinco con carrileros que ya está probando en Liga. Será una de las batallas tácticas que decidan el título.