El Betis ha atrapado a Héctor Bellerín, y no lo quiere soltar. Porque esto es también el Betis y, hasta que no lo sientes, no lo entenderás. A veces, y tan solo a veces, el fútbol no es solamente dinero, y eso…no tiene precio.
Sé que esta columna no va solamente de fútbol, sino de sentimientos, situaciones y todo lo que rodea a este maravilloso deporte. Las emociones a flor de piel de Héctor Bellerín al finalizar el partido contra el Granada me hicieron reflexionar, y, por qué no, sorprenderme ante tal inusual situación en el fútbol frío y moderno que presenciamos.
El jugador que pertenece al Arsenal tendrá que volver a Londres una vez pasada una campaña de ensueño en Heliópolis, con plata incluida. Y eso a Bellerín le ha pasado factura. De familia bética (su padre), ya se le advirtió que esto era mucho más que fútbol, que en Sevilla y, concretamente, en el Betis, esto se vivía de manera diferente. El Betis te atrapa y no te suelta (me comentó mi abuelo hace muchos años). Y qué razón tenía. Supongo que el padre de Héctor (que abrazaba a su hijo entre lágrimas en el césped del Villamarín) también se lo advirtió a su llegada al Betis. Él, sabedor de lo que viene, ya añoraba al finalizar el encuentro todo lo que va a tener que dejar atrás (de momento), con la esperanza de que sea un hasta luego y no un adiós.
Y es que para Bellerín toca ahora ese camino de vuelta, como el de un romero después de su peregrinaje, como una excursión extraordinaria, como un finde de ensueño, o, mejor dicho, de un sueño de verano del que no quería despertar. Ahora vuelve al frío Londres, donde le espera Arteta, sabedor ya de que su sitio está en Heliópolis, no solamente por fútbol, sino por calidad de vida y sentimientos.
Lo que sí está claro es que el Betis ha atrapado a Héctor Bellerín, y no lo quiere soltar. Porque esto es también el Betis y, hasta que no lo sientes, no lo entenderás. A veces, y tan solo a veces, el fútbol no es solamente dinero, y eso…no tiene precio.