9 de julio de 2020. Por aquel entonces, no éramos realmente conscientes de lo que iba a suponer esa fecha para el devenir del Betis. Día en el que el club hacía oficial la contratación de Manuel Pellegrini para hacerse cargo del banquillo verdiblanco. Dos años y varios meses después, un título más en las vitrinas del Villamarín, dos clasificaciones europeas consecutivas y sobre todo, un equipo con identidad propia que hace sentir orgullo y felicidad a cualquier aficionado bético en cada partido que disputa su equipo.
Después de una experiencia en China y de haber entrenado a un conjunto inglés instalado en la zona media de la Premier como últimas vivencias profesionales hasta su desembarco en Heliópolis, no era nada sencillo aceptar el reto de un Betis con un potencial social bastante superior a los logros deportivos obtenidos cada temporada, asentando al equipo en la zona alta de La Liga y adquiriendo experiencia a nivel continental que históricamente llegó siempre a cuentagotas.
Al recibir la llamada del club, en lugar de despreciar a una entidad que no pasaba por su mejor momento, asumió el desafío de situarla entre las mejores del fútbol español y afianzar su nombre en Europa, algo que paso a paso va consiguiendo en Sevilla, como hizo antes durante su paso por Villarreal y Málaga. Volver a coger las riendas de un equipo en una situación complicada, después de haber saboreado las mieles de clubes con aspiraciones ilimitadas como Real Madrid o Manchester City, solo puede agrandar su figura como entrenador, algo que tenemos la inmensa suerte de estar disfrutando aquí.
Y casualidades del fútbol, hoy se vuelve a ver las caras en Roma con un José Mourinho que habló con sorna de su paso por tierras malagueñas, como si fuera una deshonra trabajar en un equipo más modesto después de dirigir al más alto nivel. Afortunadamente, el Ingeniero está muy por encima de un “The Special One” que ahora se emociona por ganar una Conference League que años atrás habría ridiculizado de haberla disputado otro entrenador. Mientras algunos siguen disfrutando de su profesión y respetan sus orígenes, otros quedan en evidencia cuando el paso del tiempo les pone en su lugar.
A estas alturas de carrera, Manuel no tiene la necesidad de demostrar nada a nadie y sin embargo, mantiene la ambición por hacer cada día más grande a un club como el nuestro. Por todo ello, hay que disfrutar de cada día que dirija al equipo, en un entrenamiento, durante un partido, en rueda de prensa o en cualquier otro evento en el que esté presente y ojalá permanezca aquí hasta dejar un legado que sirva como aprendizaje para toda persona que entre a forma parte del organigrama del club en un futuro. Es un orgullo inmenso que un profesional del fútbol como él sea el que lidere desde el césped a un Betis en pleno crecimiento deportivo. Una vez más, gracias, Pellegrini.
