Corren malos tiempos para la lírica como decía la canción y es que estamos en una nueva era de cómo ver y sentir al equipo de nuestros amores. Hubo un tiempo en el que la información deportiva no ocupaba más de dos minutos en un telediario, la sección de deportes de un periódico estaba al final rellenando a duras penas una triste página con fotos difusas en un rancio sepia y en la radio no había siquiera una información diaria. Si querías algo más debías esperar más allá de las 12 para escuchar a un tipo como José María García y si querías imágenes te quedabas hasta el domingo por la noche y te tragabas ese Estudio Estadio donde ponían los resúmenes sin apenas espacio para la opinión.
Ahora no es que haya mucha información, es que está tan sobredimensionada que nos sale por las orejas, aunque llamarlo información es demasiado, lo que tenemos son tertulias con pseudo periodistas deportivos, ex entrenadores, jugadores retirados y otros personajes que se dedican gritar, saltar y decir verdaderas carajotadas en una especie de competición a ver quién es el más payaso del escenario. Un amasijo de pedrelores, cristobalitas, ronceros, etc… que avergonzaría al más sinvergüenza que te puedas echar a la cara.
Programas monográficos del Madrid y el Barcelona, un verdadero nicho para catetos, un sembrado de paletos futbolísticos que menosprecian a las verdaderas aficiones de este país, una banda de vendedores de apuestas deportivas y plataformas de pago. España ha sucumbido ante esta riada de basura periodística que ha arrastrado a una nueva generación de aficionados al fútbol.
Ante tal imperio aún quedan pequeñas aldeas que intentan resistir, lugares como Sevilla, Bilbao o Valencia donde sus aficiones luchan contra viento y marea intentando sobrevivir ante las constantes embestidas de una Liga Profesional que fomenta los chiringuitos de Madrid y Barcelona.
Béticos, dejad de ver o escuchar esos sacos de basura “informativa”, no claudiquéis ante el bochorno de esos bufones que cuando se nos acercan es solo para ridiculizarnos y machacarnos. Ojalá algún día podamos librarnos de ellos, aunque la tarea parece imposible, este que les escribe no ha visto nunca completo un programa del chiringuito o similar y aún así te asaltan en pequeñas porciones a través de twitter, wassap o tiktok.
Y ya sabéis, si tenéis ganas de chiringuito mejor que sea el de la playa.