Llegaba el Betis al derbi con una dinámica positiva, con un buen arranque de temporada y ante un Sevilla en puestos de descenso y muy lejos del nivel que venía mostrando en los últimos años. Los de Pellegrini tenían el cartel de «favoritos» para llevarse el derbi, que se jugaba en feudo verdiblanco. El inicio del choque fue un pulso entre ambos equipos por hacerse con el control, aunque el Betis se hizo rápido con la posesión del esférico. Una entrada fea de Montiel iba a dejar a los rojiblancos con uno menos y, a los pocos minutos, un mal despeje de la zaga sevillista iba a poner por delante a los verdiblancos.
Todo parecía ir viento en popa, el casillero reflejaba un 1-0 favorable al cuadro bético y el rival estaba con un jugador menos. Pero esa «ligera ventaja» iba a durar poco. Al filo del descanso, un braceo de Fekir, iba a cambiar el devenir del choque. El genio verdiblanco fue expulsado en una acción bastante controvertida y dudosa tras golpear en la cara al ‘Papu’. Una acción que no merecía la expulsión y que, quizás, estuvo condicionada por la roja vista previamente por Montiel. Pese a las protestas del francés, el árbitro no cambió su veredicto y lo mandó al vestuario.
Volvían a estar los dos equipos en igualdad de condiciones sobre el terreno de juego, aunque el Betis tenía un gol a su favor. Las cosas iban a empeorar aún más en un derbi que el Betis echó a perder. Al inicio de la segunda parte, una desafortunada entrada de Borja Iglesias, sin necesidad, iba a provocar la expulsión también del delantero, que dejaba a los locales con 9 jugadores en el campo para toda la segunda mitad.
La afición bética no daba crédito a lo que estaba pasando y se pasó del júbilo a la preocupación en cuestión de minutos. El cronómetro no corría y el Sevilla se volcó arriba en busca del empate. A pesar de la inferioridad, el Betis tuvo alguna ocasión aislada, pero se limitó a achicar agua durante toda la segunda parte. Según iba avanzando el cronómetro, los tres puntos estaban cada vez más cerca de quedarse en el Villamarín, pero un zapatazo de Gudelj desde su casa iba a dejar frío a todo el estadio y poner el empate en el marcador a falta de 10 minutos para el final. Edgar y Bravo sostuvieron al equipo y, al final, el partido acabó en tablas.
Un punto que, en la primera mitad parecía insuficiente para el Betis pero que, visto lo visto, el equipo verdiblanco hizo bueno. Eso sí, el equipo de Pellegrini desperdició una oportunidad de oro de imponerse al eterno rival y, volvió a pasar lo mismo de siempre. A pesar del punto, el Betis volvió a «perder» el derbi.