Cuando de pequeño la maravillosa marea bética conquistó mi vida, empezó a correr mi sangre verdiblanca y sentí los escalofríos recorriéndome el alma como si me clavaran siete puñales, supe que mi locura empezaba un camino, junto al Real Betis, que nunca acabaría. Como si recibiera un castigo, que en mis pensamientos lo recibía como un premio a toda mi locura, empecé a hacer de mi vida un amor a medida por y para el Real Betis.
Y contándole a mi padre los sentimientos que en mí nacían, con la bendita inocencia de un niño, noté su cara de preocupación, y advirtiéndome me dijo: “voy a contarte las duras batallas que nuestro club lleva luchando para que conozcas su maravillosa historia negra”.
Un siglo después de aquellas palabras, marchábamos camino al Estadio, y la “mina”, a la que todo se lo debo, empezó a barruntar los latidos del retoño, que quería salir de su ancho vientre para vivir en las entrañas del Benito Villamarín, hasta mi padre dejó de mirar porque vio que yo, para bien o para mal, había hecho del Real Betis un estilo de vida y una religión, sin necesitar alimentar mi sentimiento con cualquier título o final, que aquello para mí era tan grande como el corazón que estaba por llegar al mundo.
Y entiendo como excusa a cualquier “pibe” que quiera ser de un equipo con muchos títulos para vivir una final y pasar un buen rato, pero entre mis sentimientos con todo lo que el Real Betis a mí me ha dado, yo jamás lo dejaría solo por más golpes que nos dieran.
Aquella historia que mi padre me contó, por más dura y negra que haya sido, los “giles” que se la inventan, es que nunca la han sentido ni vivido. Y aunque digan que los béticos vamos vacilando de ser únicos, cada día en todas las plazoletas de este mundo hablan de nosotros; y estarán todos de acuerdo conmigo en que los béticos podemos sentir las emociones más grandes que se pueden disfrutar en esta vida, porque cuando hablamos de nuestro equipo el corazón nos sale por la garganta, y nuestra bendita alma revienta en un baño de historias negras fundidas de verdiblanco.