Tras una gran remontada del Betis en Elche el pasado viernes, donde el equipo se repuso a dos goles en contra para seguir inmerso en la pelea por los puestos Champions para la próxima temporada, el club dio a conocer una de las peores noticias posibles para el beticismo. Nabil Fekir se va a perder lo que resta de temporada por una lesión de ligamento cruzado en su rodilla izquierda, producida en el transcurso de dicho partido. Aun así, terminó el encuentro y nadie sospechó en un principio que tales molestias podían tener un desenlace tan cruel para los intereses del propio jugador y del equipo en general.
Porque hablar de Fekir es hacerlo de uno de los futbolistas más diferenciales del panorama europeo. Talento natural que ofrece multitud de opciones para el equipo y que hace mejores a sus compañeros con la cantidad de recursos de los que dispone. Dejamos atrás un mes de febrero para olvidar. Tras el adiós voluntario de Antonio Cordón, pieza clave en la estructura deportiva del club junto a Pellegrini, llega este varapalo en forma de lesión antes de afrontar un tourmalet de partidos de máximo nivel, donde el Betis se juega buena parte de la temporada recibiendo al Madrid y visitando al Villarreal en liga y en medio, una eliminatoria europea ante un Manchester United en el mejor momento de los últimos tiempos.
Es prácticamente imposible suplir una ausencia como la del genio verdiblanco de aquí a final de curso, pero tampoco tengo ninguna duda de que todos los componentes de la plantilla, con las premisas de un experimentado cuerpo técnico, arrimarán el hombro para que se note lo menos posible su baja estos próximos meses en los que estará alejado de los terrenos de juego. Puede ser el momento de un talento como Rodri, aunque considero injusto centrar todas las miradas en un chaval que crece poco a poco. No deberíamos presionarle en exceso durante su evolución como futbolista, que va por muy buen camino y nadie mejor que Pellegrini para gestionar este asunto.
El más difícil todavía para un Betis en el que, si algo destaca por encima de todo, es la fe inquebrantable de su afición. Por muchas piedras que encontremos en el camino, siempre saldremos adelante. Venimos del barro en Palamós, sabemos lo que es pasar por momentos muy complicados y entre todos nos hemos levantado. Lo que está por venir es muy bonito como para afrontarlo con pesimismo. Enfrentar al Madrid con el convencimiento de poder obtener una victoria, juegue quien juegue, para seguir peleando arriba y con Old Trafford en el horizonte, donde saborearemos cada minuto, pero con la firme intención de que noches así se conviertan en algo habitual en lugar de ser una excepción.
Quintos liga y en octavos de Europa League, tras haber sido los mejores de toda la fase de grupos. Este equipazo ha demostrado con creces que merecen toda nuestra confianza hasta el final. Y ahí estaremos, por todos los que no pudieron vivirlo en su día y ahora también por Nabil. Porque por encima de todo está un club que, bajo la batuta de un entrenador que es lo mejor que le ha pasado a la institución en mucho tiempo, está experimentando un cambio de mentalidad a la hora de competir que todos anhelábamos que se produjese algún día. Un Betis indestructible, como la fe de su afición.