El pasado fin de semana los de Pellegrini tenían uno de los duelos más complicados
de la temporada, el Real Madrid. Los blancos aterrizaban en el Villamarín con la
“necesidad” de ganar para intentar no desengancharse por completo de la lucha por
el título, aunque este año parece complicado que se lo arrebaten al Barça.
Mucho de los comentarios que se oían durante la semana iban en la misma
dirección. “Este es un partido en el que no se cuenta con puntuar” “No deja de ser el
Madrid y ellos se juegan la vida” o los más agoreros: “A ver si no nos meten
muchos”.
Arrancó el partido en el Villamarín con un Betis valiente, dispuesto a ir a por el
partido y a mantenerse grande ante todo un Real Madrid que venía de perder contra
el Barcelona en la ida de la semifinal de la Copa del Rey.
En el feudo verdiblanco se vio a un equipo que, pese a la ausencia de dos piezas
clave como Fekir y Canales, se mostró sólido en defensa e incisivo en ataque. La
solidez fue tal que el Real Madrid no pudo batir a Bravo y se tuvo que conformar con
sacar un punto del Villamarín.
Un partido intenso, con un Ruibal y un Sabaly imperiosos, bajo las manijas de un
Rodri que parecía que llevaba compitiendo frente a grandes equipos toda su vida,
un Guido omnipresente que se hizo con el control del centro del campo y dos
centrales, Pezzella y Luiz Felipe, que parecía que estaban luchando su batall más
importante.
Primer partido de los que vienen, superado. Ahora todas las miradas están puestas
en el duelo de mañana frente al Manchester United, uno de los favoritos a llevarse la
Europa League, pero que no se confíen en tierras inglesas, que este Betis, cuando
tiene un gigante al lado, se hace aún más grande.