Dos partidos disputados, dos victorias y dos porterías a cero. No ha podido arrancar mejor la temporada 2020/21 para el Real Betis de Manuel Pellegrini en lo que a puntos y sensaciones se refiere. Con Claudio Bravo como única novedad en el once inicial respecto al curso anterior, el equipo ha mostrado una cara bien distinta a la que nos tenía acostumbrados hasta hace pocos meses. Un conjunto más sólido, mejor estructurado sobre el terreno de juego y con las ideas bastante claras. Donde antes había lagunas en la creación y enormes carencias sin balón, ahora nos encontramos a un equipo con más alternativas en la elaboración de juego, además de una intensa presión tras pérdida y un correcto repliegue defensivo que dificulta la posibilidad de réplica del rival.
Son muchos los aspectos positivos a destacar en estos primeros compases de campeonato, es cierto… Como también lo es que quedan 36 jornadas de liga por disputarse y que esto no ha hecho nada más que comenzar. El camino se demuestra andando y queda mucho por recorrer, empezando por terminar de dar forma a una plantilla que precisa todavía de alguna variación de aquí al final de mercado.
El exceso de azúcar nunca fue algo que sentara especialmente bien por Heliópolis. El aficionado bético es libre de ilusionarse, faltaría más después de tantas decepciones vividas en los últimos tiempos con el equipo. No debería ocurrir lo mismo en el seno del club, donde han tenido tiempo más que suficiente para detectar errores y solventarlos. Tras el experimento fallido de no dotar a la dirección deportiva de un referente que liderase la misma, dejando vacante un puesto de vital importancia en la estructura de un club, los dirigentes se vieron obligados a rectificar con el nombramiento de Antonio Cordón como director general deportivo de la entidad, profesional de amplia y exitosa trayectoria en el fútbol y por lo que hemos podido comprobar en esta pretemporada, además de todo lo referente a asuntos relacionados con la planificación, muy implicado en el día a día del club y en permanente contacto a ras de césped tanto con el cuerpo técnico como con los futbolistas.
Es precisamente lo que tanto ha echado en falta este equipo, un mayor seguimiento desde dentro, alguien con predicamento que transmita confianza en momentos complicados, que haga grupo, que junto al cuerpo técnico apriete también cuando sea necesario o que ejerza de nexo entre plantilla y consejo de administración. En definitiva, dedicación plena como cabeza visible de todo lo que acontezca en materia deportiva y que junto al entrenador, conformen ese binomio para la creación de un proyecto ganador con bases sólidas sobre el que ir dando pasos hacia adelante.
En esta ocasión se han puesto los cimientos antes que el tejado. En el fútbol, 2+2 nunca serán 4, pero las posibilidades de éxito siempre serán mayores con profesionales cualificados en cada uno de los puestos clave. Esperemos que si se produce ese tan ansiado crecimiento deportivo, no sea flor de un día y perdure en el tiempo.
