Desde tiempos inmemoriales son muchos los que han afirmado que el Real Betis Balompié es, nada más y nada menos, una filosofía de vida, una manera de entender el discurrir del tiempo. Y eso no es moco de pavo, pues la filosofía estudia dudas fundamentales como la existencia, la verdad, la belleza y por supuesto el conocimiento. ¿Pero habrá algo que se escape más al entendimiento que el Betis?
La respuesta es NO. Es por ello que voy a intentar arrojar algo de luz exponiendo una teoría que intente explicar por qué nuestro club, a lo largo de su más que centenaria historia, siempre nos ha sorprendido tanto para bien como para mal. Esta teoría está basada en mis muchos años como bético desde diferentes puntos de vista (gol sur y gol norte sobre todo). Y dice así:
“El Betis desarrollará una progresión futbolística inversa a la lógica natural rompiendo las leyes establecidas de las estadísticas y las inversiones presupuestarias”.
Si tenemos una racha de siete victorias consecutivas y nos toca jugar con el último, perdemos seguro; y si hemos perdido con los peores equipos de la liga llegamos al Bernabéu y damos el campanazo. ¿Que lo ganamos todo en pretemporada? No se preocupe usted porque perdemos en la primera jornada. El caso es no defraudar y cumplir con el relativismo bético.
Nunca esperes del Betis lo que el transcurso lógico de los acontecimientos pueda deparar porque saldrás altamente decepcionado. Tienes que ir a verlo como cuando nace un hijo y te lo muestran por primera vez. Y aunque sea más feo que los bajos de un Dacia Logan siempre terminas viéndole algo positivo. Como un maletero grande para tener las butacas de la playa todo el año.
Ni siquiera el famoso Big Data tiene la solución para explicar este complejo teorema futbolístico, por eso tenemos que aferrarnos a argumentos que se escapan de las leyes físicas y los análisis empíricos. El Betis se come el Big Data con papas fritas y alioli. Un caso extraordinario que se sale de lo común en el universo futbolístico. Para nosotros las condiciones externas o internas no tienen ninguna influencia en el éxito de un proyecto.
Si nuestro club fuese un tiempo verbal seria el pretérito pluscuamperfecto del subjuntivo del verbo irregular más extraño que puedas encontrar, pero hasta con esos tiempos verbales hay ocasiones en las que se pueden hacer los más bellos poemas.
Algunos llegan a una conclusión: el Real Betis Balompié es un fenómeno paranormal digno de ser estudiado por Iker Jímenez en La Nave del Misterio, pero yo prefiero pensar que nuestro Betis es magia e ilusión aunque en la mayoría de las ocasiones el truco salga mal y el mago se ahogue por que no puede liberarse de las cadenas.
Todo esto hace que el Betis sea especial, diferente, único… Y como decía aquel anuncio “para todo lo demás Mastercard”.