Tras reafirmar, con sendas victorias ante Villarreal y Getafe, que el fantástico comienzo de año no se vio alterado por la eliminación copera ni por la derrota en los últimos instantes de partido ante el Barcelona, afronta el Betis una fase final de competición en la que deberá continuar por la misma línea con la que arrancó este 2021 para optar a esos puestos europeos que parecían tan lejanos hace unos meses.
Once al Granada, ocho al Villarreal y cinco a Real Sociedad y Athletic, son los puntos que ha recortado el Betis en las últimas diez jornadas a los que presumiblemente serán sus rivales en la pelea por Europa. En ese parcial de diez partidos, el Betis es el quinto mejor equipo de la categoría. Una muestra más de la mejoría de un conjunto que nada tiene que ver con aquel que alternó buenos resultados con derrotas contundentes y en el que predominaba una irregularidad que ya quedó atrás.
Sin más distracción que la propia competición liguera y con todos esos rivales con los que pugnará por las plazas europeas con más frentes abiertos, ya sea en Copa del Rey o en Europa League, el Betis debe aprovechar esta circunstancia para intentar obtener cierto margen que le permita llegar bien situado a las últimas jornadas de campeonato.
La experiencia de Pellegrini, transmitiendo confianza y tranquilidad en momentos complicados de la temporada, ha dado sus frutos y a día de hoy vemos a un equipo con mayúsculas que lejos de venirse abajo por un mal resultado, gol encajado o cualquier situación adversa, consigue rehacerse y darle la vuelta, como ocurrió sin ir más lejos en el último partido, tras un penalti errado a falta de pocos minutos para finalizar el partido. Este equipo ni se rinde ni baja los brazos.
No hay encuentro fácil en Primera División. Además de ser un tópico como el partido a partido, es una realidad. Cualquier rival pelea por un objetivo, pero si el Betis consigue mantener esa competitividad de la que viene haciendo gala desde hace ya varios meses, tendrá bastantes opciones de lograr el suyo. Todos se sienten importantes, otro mérito que atribuirle al técnico chileno ya que a pesar de las bajas que pueden sucederse cada jornada, el equipo no se resiente, sigue rindiendo a buen nivel y mantiene esa intensidad tan necesaria a la hora de afrontar cualquier partido.
En el seno del vestuario parece que todos son conscientes de que se antoja fundamental la vuelta a las competiciones europeas, más si cabe teniendo en cuenta la situación actual por la que atraviesa el fútbol. Además de la ilusión del aficionado por ver a su club disputar una competición continental, los ingresos extra que otorgan en una época difícil y el escaparate que supone disputarla para cualquier futbolista, debe servir de motivación para un equipo que ha encontrado el camino adecuado para lograrlo.
La línea es la correcta pero aún no se ha conseguido nada y hay que mantenerla hasta que el árbitro pite el final en Balaídos, el que será si no hay cambios hasta entonces en una temporada marcada por la incertidumbre, el último partido de la temporada. Competitividad como seña de identidad.
