El Betis es otro este 2021, ya no solo porque gana, que está ganando mucho más de lo que nos acostumbraba en años anteriores, si no por la manera de competir, de luchar cada balón, de aportar dignidad y sudor a cada barra que compone esa gloriosa camiseta que todos soñamos vestir alguna vez.
Quizás sea el talento de Canales, la magia de Fekir, la veteranía de Joaquín o la fuerza verdiblanca de un chaval de Olivares que se ha hecho el dueño y señor de la banda del estadio en el que siempre imaginó coreando su nombre. Cuando peor va todo en la pandemia, cuando miles de estudiantes universitarios beticos como yo peor lo estamos pasando por los exámenes, cuando parece que nada te empuja a seguir adelante, ahí está el Betis. Pellegrini empieza a engrasar la maquinaria, porque estamos cansados de decir en esta firma que el plan lo tiene, pero todo plan tiene su fase de planteamiento. Nos encontramos en la de preparación y ojalá lleguemos a ver su ejecución.
El resumen a todo es el siguiente:
Cuando el Betis gana todos los béticos somos felices, sin importar opiniones, bandos, movimientos o ideas futbolísticas. Todos somos uno bajo una bandera verdiblanca de ilusión y ambición por pasearla por el viejo continente con Manuel al frente del Barco.
Los gigantes duermen, pero nunca mueren, y seguramente todo el que me esté leyendo ha pasado por muchas etapas de sueño profundo del gigante verdiblanco, o sus más importantes gestas le cogieron sin apenas uso de razón, pero cuando pienso mi historia con el Betis, todo lo que viví y pasé, recuerdo que no elegimos ser del Betis, si no que es el Betis el que nos elige a nosotros.
Yo siempre creí. Vayan empezando a confiar en el plan.