Quería contaros la historia de un chaval de mi barrio al que todos conocían como Rafalito “er bético”. Evidentemente su apodo se debía a la pasión que sentía por el escudo de las trece barras del que era forofo hasta las trancas. Lo que no olvidaré nunca es el día que lo conocí. Era el típico mes de mayo caluroso y alegre, mi familia se acababa de mudar al barrio y nada más llegar nos dimos cuenta de que el vecindario andaba alborotado con los preparativos de las comuniones. Quedaban dos días para el domingo y toda la chavalería estaba nerviosa con la llegada de tan importante momento.
Llegó el domingo y Rafalito andaba nervioso por la casa. Intentaron calmarlo un poco para poder vestirlo mientras él pensaba en todos los regalos que recibiría en tan importante día. Su madre le puso el uniforme con mucho mimo y luego lo repeinó hasta la extenuación. Al terminar, ambos se miraron al espejo y no pudieron reprimir esa expresión mezcla de vanidad y orgullo que tiene uno cuando se ve realmente tan elegante.
Aquella mañana la iglesia estaba abarrotada. Había mucha algarabía y el cura tuvo que llamar la atención ante tal jaleo dando los típicos golpes con el micrófono como si fueran las maracas de Machín. Los familiares más cercanos, sentados en los primeros bancos, esperaban impacientes la salida de los niños por la puerta de la sacristía, fue entonces cuando se abrió y comenzaron a desfilar entonando la conocida canción:
“Alabaré, alabaré, alabaré, alabaré, alabaré a mi Señor
Juan vio al número de los redimidos
Todos adoraban al Señor
Unos oraban, otros cantaban
Todos alababan al Señor… “
Yo había ido a la iglesia con mis padres para curiosear el ambiente y cuando vimos la fila de los niños y las niñas nos quedamos de piedra. Mi padre tocó el hombro al señor que tenía delante suya y le preguntó:
-“Oiga, perdone, ¿Quién coño es el nota ese de casi dos metros que va vestido del Betis en la fila de los niños?”
– “Ya veo que es usted nuevo en el barrio. Es Rafalito “er bético”. Lleva 25 años haciendo la comunión con la camiseta que le regaló Gordillo cuando tenía 8 años y el cura lo permite porque si no le da el telele y se pone a repartir hostias como Chuck Norris, pero sin consagrar”.