Buenas, Antonio. Dejémoslo en buenas. Podrían ser mejores pero la Diosa fortuna no estuvo con nosotros en el día de ayer. Esta vez te escribo a ti porque creo que tú vas a entender quizá un poco mejor lo que te vengo a contar. Y quería esperar a una situación como esta para hacerlo. Antonio, ¿entiendes ahora la semejante tontería, con respeto, que dijiste en la Junta de Accionistas? Una tontería como un castillo que, sumado a un discreto por ser benévolo mercado veraniego, hace que no caigas demasiado bien. Y la culpa, en parte no es tuya, pero en parte sí. Te explico. No es tuya en parte porque te has dejado asesorar, lo de que hay béticos que quieren que el equipo pierda es lo que te habrán dicho los 2-3 que están por encima tuya para pintarte el panorama actual del Betis, pero el problema es cuando el panorama te lo cuenta un grupo de conspiranoides cazabrujas que más que por el Betis están preocupados por cómo se ven ellos en el Palco al lado de Florentino. Y esta es la parte de culpa que tienes tú, Antonio. Que llevas muchos años en esto del balompié como para que no te hayas percatado que lo más redondo que han visto estos señores ha sido una mesa de camilla.
El Betis, Antonio, es esto que vimos ayer, y por eso es así de maravilloso. Es hacer el mejor partido del año y anular a un rival a priori poderoso cuando nadie se lo esperaba. Y al final para pedir unidad no tienes que salir a una rueda de prensa a pedirla, no en un equipo de fútbol. Hay unidad con respecto al plantel de ayer. El sentimiento de unidad se desarrolla alrededor de un equipo con el que el aficionado se siente identificado y respaldado. Y entiende que después de lo que pasó en San Mamés o Alfonso Pérez, el bético ahí sí se enfade. Pero fíjate que ni ganar nos ha hecho falta para ver que eso es lo que queremos ver cuando juega el Betis.
Quizá el problema es que no te han sabido contar lo que es el Betis. No te preocupes, Antonio. Seguro que sabes dónde encontrarme. Yo te ayudo si quieres. Pero entiende la metedura de pata que tuviste y a ser posible, pídenos perdón tú mismo de tu boca, que no te lo tenga que decir nadie. Porque, querido Antonio, si habiendo empatado estamos así de enfadados, imagina si llegamos a perder.