Múltiples ocasiones, importante despliegue físico, dos goles y una remontada. La actuación del Real Betis en el nuevo (y maldito) San Mamés tuvo todos los ingredientes para que se tradujese en tres puntos de oro. Sin embargo, los pupilos de Manuel Pellegrini se volvieron de vacío de la (maldita) Catedral. Malditos porque, una vez el árbitro decretó el final, la sensación del bético fue una mezcla entre resignación y enfado. No con el equipo, que también, sino por ver cómo la primera victoria del cuadro bético en el feudo rojiblanco se esfumaba casi sin darse cuenta. La jornada laboral de la cuadrilla verdiblanca en tierras bilbaínas siempre será mejorable si el resultado final de las tareas encomendadas no es el esperado. Al menos de la tarea más importante: ganar. Así mismo, ni el Ingeniero ni la parroquia bética que ve cómo se desarrolla el Plan 2.0 tienen, en el cómputo general, un motivo principal por el que pedir la hoja de reclamaciones a los peones del Real Betis. Y es que el factor diferencial del partido estuvo en ausencia de unos y, sobre todo, la eterna presencia de otros.
El argumento llamado «Iñaki Williams» no debe utilizarse para justificar o definir como «lógica» la derrota del conjunto heliopolitano ante los de Marcelino García Toral, pero la realidad es que da igual cuantas jornadas y meses lleve el delantero del Athletic Club sin hacer gol, que contra el Real Betis siempre verá las porterías más grandes. A la siempre buena versión del delantero vasco se le sumó la tan palpable y determinante ausencia del que, tal y como se vio reflejado posteriormente en el marcador, había sido el pilar que sostuvo al equipo: Guido Rodríguez. El obrero argentino del Real Betis había echado horas extra en la jornada laboral copera, de ahí que el Ingeniero decidiera relevarlo en su turno cuando las tareas de la cuadrilla parecían bien encaminadas, pero ni su sustituto ni el resto de peones béticos supieron paliar la marcha del argentino. No deja de ser preocupante la caída del equipo una vez el pivote del Real Betis tuvo que abandonar el terreno de juego. El gol(azo) de Iñaki Williams fue un pinchazo al estado de ánimo del equipo, pero sin el argentino en el campo se hizo más patente si cabe su importancia.
El premio justo para la plantilla bética habría sido irse de vacaciones con la tercera plaza, que la tiene, y una victoria. Pero como el fútbol no entiende de justicias, el hecho de haber rozado (que no conseguido) la primera victoria bética en el nuevo San Mamés no debería ser lo suficientemente satisfactorio ni para el equipo ni para la afición. Sacar pecho no, pero estar orgullo sí. El año 2021 del Plan ha sido todo un éxito. La megaconstrucción de Manuel Pellegrini ha cogido velocidad de crucero. Con sus más y sus menos, sus parones en las obras y días de peor rendimiento, pero el rendimiento que la cuadrilla bética ha sido tal que el proyecto del chileno ha tomado unas dimensiones difícilmente imaginables cuando este echó a andar. Una derrota, por dolorosa que sea en forma y fondo, no debe empañar el buen trabajo realizado en el último tramo del año. Aunque seguir en la misma línea será una tarea fundamental de cara a 2022, el principal propósito de año nuevo tanto de Manuel Pellegrini como del propio Real Betis es que Nabil Fekir sea un futbolista protegido, no perseguido.