Todos sabían que los peones del Ingeniero estaban en plena ejecución de las obras del Plan 2.0. Una ‘megaconstrucción’ de proporciones épicas. Lo que muchos aún desconocían es que, en lo que la cuadrilla de Manuel Pellegrini estaba trabajando, era en la creación de una galería de arte. Para muchos aficionados verdiblancos puede llegar a ser más «sencillo» elegir entre papá y mamá antes que decantarse por el golazo de Borja Iglesias o la genialidad de William Carvalho. Óleo sobre lienzo. En las oficinas del Rayo Vallecano no fue un día de pico, pala y martillo. Los obreros béticos dejaron a un lado la artillería pesada para trabajar a base de cincel y punteros. Como si de una escultura se tratase. Y es que el cuadro de las trece barras convirtió un partido de fútbol en una auténtica obra de arte. ¿Qué mejor que la ida de unas semifinales de Copa del Rey, jugando como visitante y teniendo que remontar un resultado adverso, para sacar a relucir toda la calidad que atesoran los futbolistas del Real Betis? Eso mismo tuvo que preguntarse el técnico chileno.
Porque la realidad es que todos los buenos presagios que había para el partido parecieron disiparse a los 5 minutos del mismo. Los buenos presagios, que no la confianza en el equipo. Otra vez, la cuadrilla del Ingeniero transmitió la sensación de que, por muy atrasadas que llevasen las tareas de la jornada, terminar el trabajo a tiempo era más que posible. Y tanto que lo hicieron. Cuando peor pintan las cosas, más y mejor se remangan el mono de trabajo los pupilos de Manuel Pellegrini. Desde el primero hasta el último. Ver a Nabil Fekir doblando esfuerzos en el trabajo defensivo, recuperando balones como si de Guido Rodríguez se tratase, es una de tantas señales que demuestran que la propia plantilla del Real Betis cree más en el Plan del Ingeniero que la propia parroquia verdiblanca. Y a la capacidad de remontar, el conjunto bético ha sumado una, cada vez más innata, capacidad de sufrir. Al igual que los de Heliópolis tuvieron ocasiones para afrontar el partido de vuelta con un resultado más holgado, los de Vallecas también pudieron sacar más provecho de sus ocasiones, pero otra vez apareció Rui Silva para impedirlo.
Ahora al Real Betis le resta el penúltimo paso –nunca el último–, que a su vez es el más importante. Los verdiblancos tienen la importante tarea de rubricar en 90 minutos todo el buen trabajo realizado durante una larga y complicada competición. Pero, por suerte para el beticismo, y tal y como afirmó el propio Manuel Pellegrini, «no hay euforia, sino alegría». Los obreros béticos, los principales protagonistas del Plan 2.0, saben de primera mano que el trabajo no está hecho. Y para ello no solo tendrán todas las facilidades y comodidades posibles trabajando desde las oficinas del Benito Villamarín, sino que dispondrán, esta vez sí, de uno de sus mejores compañeros de trabajo. La ’10’ del Real Betis no pudo viajar a Vallecas, pero sí su esencia. Sergio Canales no pudo estar en cuerpo, pero sí en alma. Un capitán (de capitanes) que dignifique la palabra profesional y compromiso. Que no hay mejor equipo que represente su forma de ser y estar, tanto dentro como fuera del terreno de juego, que este, el de Manuel Pellegrini. Porque Nabil Fekir no pudo estar en el Camp Nou, Guido Rodríguez faltó en Anoeta y el mago cántabro se quedó sin viajar a Madrid, pero el Ingeniero ha hecho de la unión del grupo su mayor y más importante fuerza.