Las coincidencias, tanto positivas como negativas, llevaron al Real Betis de vuelta a una final 17 años. Unas que poco, o nada, tienen que ver con las de La Profecía. Pero una de esas coincidencias, en este caso una de las negativas, es la línea continuista que arrastra el equipo de las trece barras desde la eliminatoria europea, repitió ante el RCD Mallorca, le pasó factura durante 45 minutos en #ElGranDerbi y, de momento, en último lugar estuvo apunto de costarle una visita al Estadio de La Cartuja. Lo que parecía un mal día en la oficina de la cuadrilla del Ingeniero se ha convertido en una realidad. Los obreros verdiblancos están cansados, mermados y lastrados tanto física como mentalmente. No obstante, ahí están. Ahí siguen. La línea continuista (y negativa) ha podido con las formas, pero no con el fondo del Plan. A excepción del partido en el Ramón Sánchez-Pizjuán, y a pesar de las coincidencias, el Real Betis sigue de tres y pasando rondas en las eliminatorias. La última de ellas, una «bonita» y sufrida casualidad.
Pero cuando consigues el pase para una final de la Copa del Rey no todo puede ser negativo. Y es que la mejor y más bonita de las coincidencias verdiblancas la protagonizó un jugador «retirado». El ’17’, el mismo número de años que acumulaba el equipo de Heliópolis sin alcanzar una final, se convertía en actor y protagonista de una semifinal copera. La semifinal copera. Y bendita coincidencia. La obra de Manuel Pellegrini tiene un peón que podría hacer las veces de Ingeniero. Quizás no por conocimientos académicas, pero sí por experiencia en el oficio. Pero como la edad pasa factura a todo el mundo, y más en una obra de las dimensiones de la verdiblanca, hay quienes llevando pidiendo, y desde hace tiempo, que el más veterano de los obreros béticos deje de formar parte de la cuadrilla de trabajdores para incorporarse al grupo que capitanea al equipo. Pero, a contracorriente, él sigue ahí. Joaquín Sánchez, el eterno capitán del Real Betis, le cambió la cara al cuadro de las trece barras y fue el factor diferencial, cuando casi nadie creía, de un empate (y una clasificación) histórica.
Aunque la mayor de todas las coincidencias es la del sufrimiento. Un gen fabricado e impreso en el ‘ADN bético’ que alguien grabó a fuego y ningún un otro es capaz de quitar. La única diferencia es que hay un Ingeniero que, a pesar del sufrimiento, está consiguiendo que las cosas salgan adelante. Aquí, aunque no cambian las formas, sí cambia el fondo. El Real Betis puede sufrir, y sufre, pero gana. Prisas de última hora, maquinaria apagada, planos perdidos… El Plan, por momentos, parece descomponerse y los obreros de Manuel Pellegrini no saben ni cómo encauzarlo, pero las cosas están cambiando. O han cambiado. Y es que, al igual que ante el Zenit de San Petersburgo el gol anulado al conjunto ruso podría haber subido en el marcador en otro momento de la historia bética, el tanto de Borja Iglesias, que terminó sirviendo como billete para otra final copera de los verdiblancos, sería anulado por fuera de juego. Las coincidencias (negativas) perduran, hasta que el Ingeniero ha dicho basta.