No es la primera vez, ni será la última, que el Real Betis pase por encima (especialmente durante los primeros 45 minutos) del Atlético de Madrid cual apisonadora, ya sea a base ocasiones o juego (o ambas), y los tres puntos terminen cayendo del lado rojiblanco. Es una historia de nunca acabar, y menuda faena. A Manuel Pellegrini, por mucho que haya evolucionado su Plan 2.0, se le sigue atragantando ese mini proyecto de la obra. La cuadrilla bética no disponía de muchos de sus mejores efectivos, pero los materiales y los planos estaban todos en regla. Y es que cuesta creer que, visto el devenir de la jornada laboral, los obreros del Real Betis se terminasen yendo de vacío a casa. A excepción del encuentro de ida disputado en el Wanda Metropolitano, todos y cada uno de los encuentros frente a los del ‘Cholo’ Simeone han sido un calco. Un equipo cuya propuesta es mínima en el campo pero máxima (y casi exagerada) en el marcador. Una sensación de impotencia que nacen en la sensación de poder y la incapacidad de plasmarlo.
Lo del Atlético de Madrid viene a ser una especie de truco de ilusionismo. Gran parte de la parroquia verdiblanca, teniendo en cuenta el «lastre» emocional que supuso la clasificación para la final de la Copa del Rey y, especialmente, las numerosas e importantes bajas con las que llegaba el cuadro de las trece barras al Benito Villamarín, daban casi por consumada la derrota verdiblanca antes del choque. Pero, una vez echó el balón a rodar, la mentalidad cambió. Justo lo que quiere (y consigue) el equipo del Cholo Simeone. Dominas, juegas bien y generas ocasiones. Te ves capaz de conseguir el triunfo, pero no. Y es que, a pesar de no estar una serie de piezas clave, el equipo dio la cara. El buen hacer de la cuadrilla verdiblanca se sostuvo durante gran parte de la jornada en el trabajo y esfuerzo de peones como William Carvalho, Youssouf Sabaly, Aitor Ruibal o Joaquín Sánchez. Sin embargo, el Plan del Ingeniero precisaba, para este día de trabajo, más rapidez en su ejecución.
Que Víctor Ruiz condicionó la actuación del Real Betis y decantó la balanza para el equipo colchonero es tan cierto como que los pitos –disimulados con algún que otro aplauso– que se produjeron en el Benito Villamarín cada vez que el ‘6’ tenía el balón durante el último tramo de partido no tienen defensa alguna. Tras 11 jornadas consecutivas, después de enfrentarte a un rival directo (por clasificación, que no por presupuesto ni plantilla), el Real Betis salía de puestos de Champions League. El mismo equipo clasificado para una final copera y que, en apenas tres días, jugará la ida de los octavos de final de la Europa League. Con esta dinámica de juego, resultados y objetivos, ¿en qué momento se le pita a un jugador por una mala (o malísima) actuación? Bien es cierto que, a lo largo del Plan, Manuel Pellegrini ha dado entrada y salida a muchos de sus trabajadores en los turnos de trabajo. Las rotaciones han sido continuas para no mermar a los obreros en el plano físico. Sin embargo, a estas alturas de la obra, hay quienes empiezan a pensar (y pedir) que los cambios en la cuadrilla, que ya han disminuido, deben ser mínimos.