Una montaña rusa. De juego, sensaciones y sentimientos. Desde antes del pitido inicial hasta horas después del encuentro. El Real Betis cayó eliminado de la Europa League, pero lo hizo sin guardarse ni un ápice de energía. Murió en la orilla, todavía remando, pero con la cabeza alta. Al Plan europeo del Ingeniero todavía le quedaba recorrido. La cuadrilla verdiblanca lo sabía y lo demostró. Por momentos, la jornada laboral se les hizo larga, pesada y trabajosa. Llegó a parecer utópico que los obreros del Real Betis consiguieran sacar el Plan 2.0 adelante, pero forzaron la maquinaria hasta el final. Y es que casi todo lo sucedido durante el encuentro parecía indicar que el cuadro de las trece barras estaría en la siguiente ronda. Los lanzamientos estrellados inexplicablemente en el palo por parte del Eintracht o el gol de Borja Iglesias en el último minuto de partido. Lejos de todo análisis futbolístico, la mismísima Virgen de Frankfurt se le apareció a los verdiblancos en Deutsche Bank Park. Pero el fútbol, y menos con el Real Betis de por medio, no entiende de justicia ni fortuna.
La cuadrilla de obreros bética, al completo, merece todos y cada uno de los elogios que recibieron, reciben y recibirán de cuantos estuvieron presenciando el desarrollo y crecimiento de la obra europea. Superados en muchos momentos por las circunstancias, no abandonaron su puesto de trabajo en ningún momento. Y eso es lo que valora la parroquia verdiblanca, más allá del resultado. El rendimiento de Youssouf Sabaly y Aitor Ruibal, este segundo como parche, en sendos costados fue soberbio. Así como la actuación de Marc Bartra en la anticipación o Guido Rodríguez en la recuperación. Pero es que quienes salieron desde el banquillo para revitalizar al equipo sumaron, aportaron y rindieron. William Carvalho, Borja Iglesias, Juanmi o, incluso, Diego Lainez tuvieron un papel trascendental sobre el terreno de juego. Claves para que los pupilos de Manuel Pellegrini llegaran con vida, literalmente, hasta el último minuto.
Esta, la sufrida en tierras alemanas, no es la primera eliminación relativamente temprana que protagoniza el Real Betis. No obstante, poco o nada tiene que ver con las que tuvieron que lamentar los seguidores verdiblancos ante el Stade Rennais o, incluso, frente al Sevilla FC. Este Real Betis es otro. La finalización del Plan europeo de la cuadrilla verdiblanca duele tanto como un martillazo sin casco, pero no hay mayor satisfacción que la de un Ingeniero orgulloso del trabajo de sus obreros. Este, el Plan 2.0 de Manuel Pellegrini en competiciones europeas, no es una obra inacaba o que se haya quedado sin presupuesto, sino un proyecto aplazado. No es un adiós, es un hasta luego. De ahí que el mismo orgullo que sienten cuerpo técnico y equipo por el trabajo realizado se transmita intrínseco a la afición de las trece barras. Con el dramático cierre de una de las obras en las que trabajaba el Real Betis, es el momento de que la cuadrilla destine todas las fuerzas y maquinaria a las que siguen en funcionamiento, que no son pocas ni fáciles.