Hoy, no. Ante el FC Barcelona, no. Si acaso, falta de puntería. Vale. A lo mejor algún que otro cambio más tempranero a Manuel Pellegrini. Quizás. Pero juego, buen fútbol y deseo de ganar, no se les puede achacar. Eso seguro que no. Sabedor de la difícil jornada de trabajo que tenía por delante su cuadrilla de obreros, el Ingeniero engrasó las herramientas, calibró la maquinaria y puso a sus mejores efectivos a trabajar sobre el terreno de construcción. Y estos respondieron. Salvo los 15 minutos finales de partido, en los que a los jugadores del Real Betis le empezaron a temblar las piernas y flaquear las fuerzas, el cuadro de las trece barras pasó por encima de los pupilos de Xavi Hernández. Y es que el Real Betis, hizo un muy buen partido. Uno de los mejores de la temporada incluso, pero obtuvieron premio ni recompensa alguna. En el último minuto, de la forma más dolorosa, el Dios del fútbol se apareció en el Benito Villamarín para advertirles a los verdiblancos que este es el deporte más injusto del mundo.
Tan injusto fue el resultado como injusto será que Guido Rodríguez se termine marchando de Heliópolis por menos dinero del que valen sus recuperaciones, anticipaciones, desplazamientos en largo e, incluso, lanzamientos al palo. Porque si contra el Getafe fue momento de elogiar al pulpo argentino, además de «atizar» al Real Betis en cómputo general por una segunda parte muy alejada del objetivo de la Champions League, ante el Barcelona hay que reconocerle a los de Manuel Pellegrini que sí estuvieron a la altura, así como ensalzar aún más la labor de Guido Rodríguez. Cuando el Ingeniero tiene que delegar sus labores en alguien, este sabe a la perfección en qué peón puede confiar. Y es hay pocos trabajadores (o ninguno) más capacitados que el pulpo obrero para guardar los planos de la obra.
En esta ocasión, el ’21’ no estuvo solo. Pero ni siquiera la ayuda de un incombustible Andrés Guardado en la medular, dos Káiser como Marc Bartra y Germán Pezzella en la zaga, y un Nabil Fekir que, en ocasiones, sí fue ese jugador desequilibrante que tanto y tan bien se había acostumbrado a la parroquia bética a ver, fue posible conseguir el tercer (y casi último) ‘match-ball’. La cuadrilla del Ingeniero tuvo que picar demasiado para terminar topándose con más hormigón. Cuando todavía estaban rindiendo a buen nivel, los andamios se vinieron abajo y la construcción comenzó a tambalearse, pero los obreros verdiblancos reaccionaron a tiempo. Esta sí era el Plan de Manuel Pellegrini. Hasta que llegó el minuto 94. Las opciones de jugar la Champions League existen, pero son mínimas. Y es que el juego del Real Betis de Manuel Pellegrini volvió, pero cada vez queda menos gasolina.