El Real Betis volvió a la senda de la victoria en la competición doméstica tras doblegar a la UD Almería de Rubi por 3-1 en el Benito Villamarín. Los de Pellegrini ofrecieron un gran fútbol en la primera parte y una poderosa pegada en la segunda para cerrar los tres puntos justo cuando el duelo se encontraba en tierra de nadie.
Los primeros 45 minutos del conjunto verdiblanco fueron sencillamente espectaculares. Dominó todos los registros del juego, superó ampliamente al rival y se acercó una vez tras otra al gol. Rompiendo por fuera con Álex Moreno, apoyándose en un fino Borja Iglesias, con Canales y Carvalho controlando el ritmo, Rodri asociándose… el Betis lo hizo todo bien, pero erró en la zona más importante: los últimos metros. Perdonó constantemente y no fue capaz de transformar el buen juego en goles, que al fin y al cabo es lo más relevante.
En la primera dominó y falló. Todo lo contrario, de hecho, que en el segundo asalto, donde no controló registros del juego, sufrió en fase defensiva corriendo tras el rival y apenas consiguió generar situaciones cercanas al tanto. Sin embargo, cosas del fútbol, sí fue donde acertó en metros finales. Cuando el choque estaba en tierra de nadie, sin un dueño claro, a punto de romper para un lado u otro… el Betis generó un par de situaciones que rompieron desde las botas del veterano Joaquín Sánchez y logró los dos tantos que supusieron la diferencia, alimentándose del sensacional nivel de Borja Iglesias, la calidad de Joaquín y la llegada de William Carvalho desde segunda línea.
No es más que fútbol en estado puro: no marcar cuando más te acercas y sí hacerlo cuando estás más lejos de ello. Por calidad, pegada, puntualidad y, cómo no, la dirección de campo de Pellegrini mediante sus cambios, el conjunto bético regresó al camino de la victoria.