El Real Betis demostró lo difícil que es ganarle en un partido donde tuvo que sobrevivir a todo tipo de adversidades, sobre todo a un Sánchez Martínez muy fuera del partido y más caliente que muchos jugadores. Los verdiblancos jugaron con nueve toda la segunda parte y el Sevilla FC se encontró con el empate en un disparo lejano de Gudelj.
Al Betis le sigue dando la espalda la suerte. O al menos la que se necesita para lograr resultados positivos en este tipo de partidos. Toda la fortuna la pareció gastar en el gol en propia puerta de Jesús Navas al filo del descanso, cuando un despeje de la zaga sevillista toca en la bota de Navas y se cuela en la portería ante una inexplicable pasividad de Bono. El Betis se ponía por delante y con todo a favor, pues apenas unos minutos antes Montiel se autoexpulsa con una entrada criminal a Alex Moreno, entrando con los tacos a la altura de la rodilla y que pudo hacerle un estropicio al catalán.
Y esa fue la jugada que marcó todo el devenir del partido. Sánchez Martínez tuvo que ser avisado por el VAR para que expulsara al argentino y comenzó una odisea que ni él mismo entendió, incapaz de estar a la altura de las circunstancias y de la temperatura de este tipo de partidos. Dejándose llevar por lo que parecía más que por lo que de verdad era. Por eso mismo, en el tiempo de alargue de la primera parte cayó en la trampa de un Papu Gómez muy listo, buscando el brazo de Fekir cuando el francés quiere marcar distancia. Pese a que el golpe se lo lleva y tuvieron que ponerle puntos por lo fortuito de la situación, el colegiado se dejó llevar por las consecuencias al revisar la jugada en el VAR, expulsando de manera inexplicable a Fekir. La pregunta que surje es: ¿Lo hubiera expulsado si Montiel no estuviera ya en las duchas?
Con 1-0 y diez contra diez parecía que había partido. Y la realidad es que el Betis podría haber aumentado la ventaja con solo haber acertado uno de los dos manos a manos que tuvo ante Bono. El primero, de Borja Iglesias, finalizando muy mal ante el marroquí. El segundo, un calco, pero de Alex Moreno, que de nuevo se encuentra con el cuerpo del portero sevillista. Pero el partido terminaría de romperse por la expulsión de Borja Iglesias, en otra de esas jugadas inexplicables del futbol español, cuando el delantero gallego, sin querer y sin nada de intención, pisa a Jordán en el tobillo. Lo fácil era expulsarlo y Sánchez Martínez no se quiso complicar.
Y el partido fue completamente otro. El Betis con nueve pasó más de 40 minutos defediendo en su área, achicando balones y con un Edgar imperial que se zampó a todo aquel jugador rival que se acercara por el área, sacando balones como si fuera agua de un barco que se hunde. El Sevilla no encontraba hueco en la defensa bética y el partido se le escapaba, pero la aparición divina de la noche fue a parar a un disparo de Gudelj desde la distancia que entra impecable por la escuadra de un Claudio Bravo que no pude hacer nada ante eso.
Y eso fue lo único que hizo el Sevilla para merecer algo como el empate: un disparo que el 98% de las veces acaba en la Avenida de La Palmera, pero hoy quiso la providencia que entrara firmando uno de los mejores goles de la jornada. Los diez minutos restantes fueron un suplicio para un Betis que pudo respirar algo más al ver con el Sevilla parecía relajarse con el empate y poder tener más la pelota, aunque sin incomodar en nada a Bono ni generar peligro por el desgaste físico y el miedo a dejar espacios.
Empate de mucho mérito, vistas las circunstancias, de un Betis que puso la casta y el coraje para sobrevivir con nueve jugadores durante toda la segunda parte y contra un exceso de suerte en el rival, que si no llega a ser por eso se va sin puntos a Nervión.
