En primer lugar, quiero resaltar el compromiso de los aficionados del Real Betis a animar a los suyos. En cualquier punto, momento o situación meteorológica incluso, han sabido dar el calor necesario a los jugadores para la grandiosa cita. No me puedo imaginar, ni tampoco esperar, lo que se puede armar en el partido de vuelta en el Benito Villamarín con las 50.000 gargantas apretando. Como siempre, honor a los desplazados.
Quienes han suspendido la práctica fueron los jugadores. Desde el minuto uno se pudo comprobar que este Betis sigue bastante verde en un escenario tan grande como Old Trafford. Para hacer reconocimiento a su apodo, el Teatro de los Sueños, primero hay que tenerlos, pero aparecieron las pesadillas. En la primera parte se vio a un Betis competitivo, encarando de tú a tú a un Manchester United que venía de Anfield herido. Pero esa herida cicatriza rápido, al menos para los «Red Devils», y volvieron a mostrar su arsenal ofensivo, bastante nocivo para el equipo verdiblanco.
Antes de entrar en la segunda parte, realizo una mención especial a Ayoze. El canario es el que más experiencias ha vivido en la Premier y era de los que mejor estaba gestionando su cabeza en momentos de tensión. El gol, que dio a muchos aficionados esperanzas, es fruto de un toma y daca con la defensa inglesa en la que termino siendo él el vencedor.
La segunda parte: horrible. Los nervios hacían temblar las piernas de los nuestros y se notaban. Los años, los partidos, eso se nota, se refleja. Queda en asignatura pendiente para próximas temporadas y, me debería atrever a decir, que el crecimiento también pasa porque psepamos gestionar estos escenarios. Ojalá nos acostumbremos a ver enfrentamientos en estadios históricos y esperemos que lo que no pudieron ofrecer en Old Trafford, sí lo hagan en el Benito Villamarín.