13:00 horas del jueves 20 de abril y comenzaba la rueda de prensa que despediría a una leyenda del beticismo. Joaquín dice adiós a 23 años de carrera como futbolista profesional, una despedida en la que estaban presentes familiares, compañeros y directivos del club, al igual que grandes amigos como Esnaola, Gordillo, Merino y Capi que no quisieron perderse uno de los momentos más emotivos en la vida del jugador gaditano.
Tras entrar al acto por un pasillo de aplausos de sus compañeros, el presidente Ángel Haro tomaba la palabra y agradecía al veterano por haber defendido siempre con orgullo los colores verdiblancos, así como el brazalete de capitán que lleva portando desde su vuelta en 2015. Sin más preámbulos, llegaba el turno del protagonista que, emocionado, pronunciaba «dios mío, y decía, no creo que llore» ante los sentimientos que estaba experimentando.
En primer lugar, el de El Puerto comenzaba rindiendo homenaje a Luis Márquez, recientemente fallecido, mostrando su apoyo a amigos y familiares. A continuación, desveló lo duro que había sido tomar la decisión por la nostalgia que pueda sentir de cara al futuro por lo que resultaba desprenderse de lo que había sido su vida. «Es difícil decir hasta aquí llegué pero llegó el momento, lo que resta de temporada será mi última como jugador profesional. Es difícil desprenderme de lo que ha sido mi vida pero cuando llega ese momento y tomas una decisión la tomas convencido de que es lo mejor, antes habría sido pronto y después tarde, aunque no habría querido que llegara jamás», mencionaba el jugador bético.
Un Joaquín con lágrimas en los ojos rememoraba los inicios de su carrera en la que siempre había estado presente su padre, recordando con gran emoción el momento en el que fue llamado para debutar con el primer equipo. «Recibí una llamada que me cambió la vida, Fernando Vázquez, entrenador del primer equipo, me incorporaba la plantilla. Recuerdo ese momento como si fuera ayer cundo llamé a mi padre y le dije: Papá, lo conseguimos. Ya soy jugador del mejor equipo del mundo, el Real Betis Balompié».
Según avanzaba la rueda de prensa Joaquín otorgaba unas palabras a los sueños cumplidos y compañeros que le regaló el fútbol. A las personas que creyeron en él y que estuvieron en cada momento, bueno y malo, a su lado, y por supuesto a la afición bética a la que el canterano describía como «fiel donde las haya, única, sufridora y alegre, la del Manquepierda y la que da sentido a este club».
Joaquín cuelga las botas, pero el amor por las trece barras no desaparecerán jamás de su corazón, al igual que tampoco lo hará del club de sus amores. «Me encantaría estar más pegadito al tema deportivo, a lo que yo he mamado y he vivido, pero me toca aprender porque para mí es una etapa nueva», ha mencionado sobre lo que le deparará el futuro.
El mítico «17» se despedía haciendo referencia al orgullo que sentía por sus objetivos logrados y por haber formado parte de un club y un vestuario tan especial como el del Betis. «Me marcho con la pena del momento, pero la serenidad que te da la sensación de que cumplí con mi deber como profesional. No lo dudéis, estaré cómo siempre, porque Joaquín se va, pero el Betis se queda, es eterno «, finalizaba así la rueda de prensa más emocionante de su carrera, con un sonado aplauso y la vista puesta en los últimos 8 encuentros que podrían convertirlo en el jugador con más partidos de la historia de La Liga.