El Real Betis se llevó la victoria ante el Atlético de Madrid en un partido donde la nula efectividad en ataque de los verdiblancos le dio demasiado vida a un partido que se podría haber finiquitado en la primera parte.
Intensidad desde el minuto uno y hasta 97. Coraje y garra para defender con el alma. Un Villamarín entregado. Su puntito de suerte con dos palos de la bestia negra Correa en la segunda parte. Y un par de gilmazanadas en favor del rival. La receta de una de esas victorias que inflan pechos y sacan sonrisas que duran una semana. Algo que no debe tapar la nula eficacia atacante de un equipo cuya temporada se está basando en un peligroso cara o cruz: hoy tocó ganar; ayer, perder… veremos mañana.
El Betis firmó un arranque de partido que firmaría cualquier equipo de la Premier que levanta envidias por el mundo. Construcción rápida, llegadas con peligro, presión alta, recuperación tras pérdida y provocando errores no forzados en un equipo que precisamente no se caracteriza por errar. Y a los cuatro minutos ya iba ganando. Una jugada por banda de Abde acaba en un centro raso que después de tocar en un defensa visitante se la acaba colando en su propia portería Giménez. Un regalo inesperado por parte de una defensa que no suele regalar mucho, pero que sería la antesala de una primera parte espectacular del equipo.
Porque en ningún momento de los primeros 45 minutos el guion del partido cambió. El Betis seguía presionando arriba, recuperando la pelota en la figura de un Johnny Cardoso espectacular en el mediocentro. Y una pareja de delanteros que en la presión estaban siendo un auténtico dolor de cabeza para los desesperados defensas colchoneros. Pero inexplicablemente el Betis comenzó a perdonar todas y cada una de las llegadas que iba teniendo: desde un mano a mano de Abde hasta otra de Vitor Roque casi al borde del descanso. Si la primera parte termina 5-0 a nadie le hubiera sorprendido. Antes del descanso, expulsión perdonada a Koke por una entrada donde acaba golpeando en la tibia con los tacos a Abde y donde el colegiado no pitó ni falta. La primera del extremeño.
En la segunda parte el guion sería muy parecido, con un Betis generando llegadas por banda en construcciones rápidas hasta que la entrada de Sorloth y Javi Galán comenzó a notarse en un Atleti que iba poco a poco teniendo más posesión. La gasolina además en el Betis comenzaba a escasear y el partido se fue inclinando cada vez más hacia el área de un Rui Silva que volvió a parar todo lo que le vino, aunque no fuera mucho.
La entrada de Correa trajo de vuelta los viejos fantasmas de estos partidos, pero hoy la suerte estaba en el tejado verdiblanco, pues sus únicos dos disparos a puerta se fueron al palo. Y así llegaría la segunda de Gil Manzano, cuando decreta penalti por la patada que se lleva Fornals de Koke al ir a rematar dentro del área, pero ahora el VAR sí estaba enchufado para avisar al colegiado de que el jugador visitante golpeaba antes la pelota que la cabeza del castellonés. Sigan. Pues eso.
El partido se convirtió en un correcalles donde el Betis perdió algo de eficacia con las entradas de Assane Diao y de Iker Losada, muy poca cosa ante los tiburones colchoneros que ahora sí iban con intensidad a los balones divididos. También entró Sabaly por la leve lesión de Aitor Ruibal después de una demostración de intensidad brutal.
Pero tras siete minutos de descuento y un gol anulado a Vitor Roque por fuera de juego, el Betis se llevaba la victoria y los tres puntos de un partido de esos que casi nunca se espera ganar cuando ves el calendario y que sabe tan tan bien por la manera en que se logre. Los verdiblancos se situan 5º a las espera del partido del Athletic Club, próximo rival en Liga, y a dos puntos de la Champions.