El Real Betis se lleva los tres puntos de Son Moix gracias a un postrero gol de Bakambú en un partido donde los verdiblancos coparon su once de canteranos.
Hay esperanza. En los momentos peores de la historia del Real Betis siempre salieron los canteranos al rescate. Ocurrió allá por la época de Luis del Sol, posteriormente con Gordillo. Cómo olvidar la camada de la quinta de Joaquín. Y aunque las diferencias en cuanto a situación deportiva e institucional sean incomparables, la cantera ha vuelto a salvar al Betis. Ha sido en Mallorca, en un partido que con el desarrollo de los primeros minutos no mostraba ningún argumento para confiar en, ya no solo la victoria, si no en un gol que llevase la firma de un jugador con camiseta verde y blanca. Porque lo que tenía el Betis sobre el césped era dantesco.
Al cúmulo de lesiones se unió en el calentamiento la de Marc Bartra, quién iba a partir desde el lateral diestro. Momento clave del partido, y aun ni había empezado, pues Ángel Ortiz acabaría siendo quién regalase desde sus botas el magnífico centro que remataría Bakambú en el 96.
Pero antes de eso, poco del Real Betis. El Mallorca fue dueño y señor del partido en la primera mitad, muy cómodo y rápido en la recuperación. El Betis no tenía apenas la pelota con un Isco desaparecido y solo con el descaro de Jesús Rodríguez para de vez en cuando salir con verticalidad hacia campo rival. No hubo ocasiones claras en ninguna de las dos portería, pero sí tuvo Adrián que afanarse en más de una para evitar el tanto local. Aunque también es cierto que sería el Betis quién mejorara con el paso de los minutos, aunque no mucho.
Tras el descanso, Pellegrini dio entrada a Altimira en sustitución de un Marc Roca todavía fuera de ritmo. Y el Betis mejoró con creces. Necesitaba eso: ritmo. El ritmo de un jugador box to box con ganas y presencia. Se asociaba con Isco y ayudaba a Cardoso a recuperar la pelota. El Betis creció desde la posesión, pero seguía sin tener presencia en ataque. Sendos primeros tiros a puerta de todo el partido fueron desde lejos y mansos.
El Betis crecía desde la posesión generando más llegadas hasta que llegó un momento clave. Entrada muy dura de Omar Mascarell, que llevaba varias en el partido, y que impacta con los tacos en el tobillo de Jesús Rodríguez. Tuvo que ser el VAR quién avisara a un Alberola Rojas que no había pitado ni falta con la absurda moda y obsesión de dejar seguir. Mascarell vio la roja pero Jesús Rodríguez tuvo que ser sustituido con preocupante cojera y cara de susto.
Pero a quién mejor le vino esa situación fue a un Mallorca que, primero sacó garra de una situación que entendía injusta, y con todo el campo volcado en protestar absolutamente todo. Y por otro lado, se quitó de en medio al mayor dolor de cabeza, que era Jesús. Entró en su lugar Pablo García, a quién le costó tomarle el pulso a la Primera División, pero al poco ya demostró que no tiene vergüenza para pelear con jugadores que le doblan la edad y la experiencia.
Y con el tiempo casi cumplido, un pase filtrado de Isco lo centra Ángel Ortiz y lo remata Bakambu a dentro. El delirio era colectivo. La suerte parecía sonreír un poco a un Betis necesitado de la diosa fortuna. De un aliento que animase a seguir luchando. Hay quien dice que la suerte es solo la consecuencia al buen trabajo, pero en el futbol sabemos que a veces solo basta con tener las cosas de cara.
El Betis suma tres puntos en un partido de necesidades. Respira, vuelve a acercarse a Europa, y manda el claro mensaje de que lo canteranos deben tener su sitio en el primer equipo. Que la experiencia les faltará y les hará tomar malas decisiones y cometer errores, pero el descaro, las ganas y el hambre lo tendrán más vivo que muchos otros que hace bastante que no parecen estar. Nunca duden de un bético que se pone esa camiseta.